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martes, 23 de noviembre de 2010

Gracias por la magia



This is the end.
Entonemos juntos, como en fogón, el temazo de Vox Dei y sí, porqué no, lloremos. Pero digamos también que, como buenas conchudas, conocemos la importancia de retirarse a tiempo. No queremos someter a nuestros lectores a la triste decadencia inexorable que la falta de dedicación a nuestro querido espacio impondría. Y, si por el contrario, una racha de genialidad nos impulsara a seguir, de prosperar este espacio, sentiríamos, al igual que lo hizo la divine Greta Garbo, el terror a la exposición y a los flashes que persiguieron a la diva hasta el último de sus días.
Queremos guardar intactos en la memoria la sensibilidad de Nora, la caballerosidad seductora de Francis, la agudeza de Carrie y el interés y apoyo de tantos otros que hicieron de Somosconchudas algo que nos dio mucha alegría y placer.

Con la idea de volvernos a ver bajo renovadas o recicladas consignas, oigamos "Bye bye Baby", http://youtu.be/1jeOWAX7C6M un viejo tema que nos sirve de excusa para que la despedida no sea tan triste.
Hasta pronto amigos/as conchus, los queremos mucho....




















martes, 5 de octubre de 2010

La conchuda wannabe

Puede parecer una rara avis pero es una clase de conchuda que, si bien no abunda, marca tendencia en el relativamente chico y amorfo mundo de la literatura vernácula. Puede tratarse de una periodista, de una poeta, de una Blogger consagradísima o de una escritora a secas. Puede ser bueno, mediocre o malo lo que hace, no importa. El rasgo más definitorio de la wannabe es querer ser algo que no es. Hay datos reveladores: en la solapa de su libro aparece con un baby doll; a ella no le va eso de la intelectual bigotuda y dejada. Ella es sexy, y eso no te lo da la carrera de letras. Ser sexy y calentar a los tipos es un don que comparten las vedettes, las modelos y las actrices, pero puede haber espacio para muchas más. ¿Por qué no echar a correr su coqueteo a diestra y siniestra y sea donde sea? La conchuda wannabe es una mujer voraz y no le basta con la explotación de un solo lugar de su anatomía (entiéndase por ello el cerebro o mente). Hiperactiva como es, finalmente se dio cuenta que su insatisfacción puede desarrollarse en el ámbito académico. El jam de poesía, los foros de Internet, las presentaciones de libros, todo puede trasformarse en un lugar apropiado para destacarse, para llamar la atención. Gente de todas las calañas dentro de espectro cultural nativo la reconoce. Pero se intuye que ella wanabbe otra cosa. Ella parece soñar con las tablas, las plumas y Nito Artaza ofreciéndole jugosos contratos. Ella parece soñar que Luis Ventura y Vivana Canosa se pelean por hacerle una entrevista exclusiva. Pelean cuerpo a cuerpo, (Con gran ventaja de Canosa: Ventura, tal vez por trasnochado, tal vez por mayor, puede perder frente a una mujer) por tener una nota con ella. Una nota en la que habla de sus pasiones, del perfume que usa, de qué le gusta comer, de los amores que ha dejado atrás. Más o menos el mismo tipo de nota que se le hace a Susana. Al verla pavonearse en fiestas donde escritores y afines comentan novedades vaso de alcohol en mano, uno piensa que, en su fuero íntimo, siente más emoción si conoce a Sergio Denis que a Paul Auster. Cuando da notas en suplementos literarios o sitios de Internet (los únicos que en la vida real la convocan) le cuesta contenerse y no dar soltar algún tip de belleza. La conchuda wannabe parece ser una versión culturizada y más joven de aquella María Julia Alsogaray que salió vistiendo como única prenda un tapado de zorro, en la tapa de la revista Noticias. Aquella María Julia Alsogaray que desorientó a los desprevenidos lectores con su manifiesto deseo ser otra cosa.

viernes, 24 de septiembre de 2010

La conchuda mayor (la madre)


Fue la artífice (voluntaria o no) de todas las neurosis que cada conchuda desarrolló a lo largo de su biografía. La persona que nunca estuvo satisfecha del todo con nuestras habilidades concretas y la que alabó sin medida las virtudes que no tenemos. “Deberías ser modelo” nos dijo muchas veces, aunque medimos 1, 60, con tacos. “No sé porque elegís siempre tipos pobres” fue otra de sus frases de cabecera. Nos obligó a anotarnos en cursos que nos resultaban aburridísimos, nos sumergió en problemas familiares de los que no teníamos parte ni causa, nos sometió a interrogatorios llenos de frases destinadas a hacernos pisar el palito. Nos montó escenas de sainete frente a nuestros amigos, revolvió nuestros placares buscando evidencias de nuestras transgresiones adolescentes, nos avergonzó delante de nuestro primer novio. A costa de todo eso, se ha hecho odiar a lo largo de nuestra primera juventud, para que luego, entrada la vida adulta, ejerzamos con ella una especie de tolerancia hartoforzada. Sin embargo, cuando caemos en cama por alguna gripe, anhelamos en secreto su tecito con limón y miel -que nadie lo hace como ella- sus tostadas medio quemadas con manteca sin esparcir y hasta aquellas cancioncitas infantiles como “La Farolera”, con las que llenó de amor nuestra infancia, como sólo una conchuda Mayor que se precie puede hacer.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La conchuda terrenal


Los términos "intuitivo", "intangible" y "espíritu" no entran en su vocabulario habitual. Ni siquiera en sus sueños y fantasías, ya que no tiene. No tiene de verdad, aunque cueste creerlo. Algunos no saben bien desde cuándo ella ha dejado de imaginar, de fantasear, de pensar en que hay “algo” más allá de las cosas materiales. Pero todos ven como vive su día a día bajo un lema tácito que parece ser: “Sólo creo en aquello que veo y toco, nada de cosas raras, por favor”. La conchuda terrenal no hará caso de nuestras perspicacias, no se enganchará cuando le hablamos de casualidades y nos desdeñará abiertamente cuando insinuemos que somos capaces de “llamar” a alguien con el pensamiento o la mirada. Ella será sufrida y necia como un militar. Ante cualquier cosa que se ubique un centímetro más arriba del suelo, ella será siempre igual de pragmática. Esta condición de persona aferrada 100 x 100 al mundo tangible puede serle útil para sus objetivos laborales, por ejemplo, pero también la convierte en alguien prácticamente incapaz del goce sensible. En su afán por dejar de lado cualquier tipo de superchería, dogma religioso y conexión con lo trascendente, la Conchuda Terrenal ya no puede ni siquiera disfrutar de un buen disco, pues su cabeza está tan pero tan atada a la tierra que ni el vuelo mínimo que la música supone se le hace asequible. Pero quien la conoce desde hace tiempo, sabe que ella supo ser otra, supo, como toda conchuda de adolescente, hacer cuadrar en su cabecita los signos del acontecer para convencerse de un chico la quería, supo fantasear con una vida loca, loca, supo pedirle éxito a una Fuerza superior a la hora de dar un examen. Supo “creer”, con mayúsculas. Todo hasta que aquel noviecito que tanto le gustaba la dejó así, arteramente, por una de sus más íntimas amigas, y encima en el viaje de egresados. Entonces ella, conciente o inconscientemente (conciente, porque en lo Inconciente ella prácticamente tampoco cree) tomó la decisión de anestesiarse, de hacerse impermeable a cualquier influjo que no se pudiera dominar con las propias manos, con la vista o el olfato, cualquier cosa que excediera las capacidades físicas e intelectuales aprobadas por todos. Y así se fue haciendo cada vez más fría, más cerrada, más opaca, más terrenal. Porque para ella lo espiritual está peligrosamente cercano a lo emocional, ya que se trata de dos cosas que no se pueden tocar. Entonces, al carajo los sueños y las ideas de conexión con lo divino y, de yapa, al carajo con las ideas de conexión con los hombres también.

viernes, 3 de septiembre de 2010

La conchuda causa

En un principio fue la política, la militancia estudiantil, los pañuelos palestinos al cuello, y el morral. Unos años donde la pubertad se expresaba en sentadas callejeras, pegatinas en los pasillos del colegio y largas conversaciones en el bar donde se aglutinaba el Centro de Estudiantes. Pero duró poco, porque entre una cosa y otra, le pintó el cooperativismo y sus prioridades y círculos sociales cambiaron. Se metió de lleno en las organizaciones de este tipo y encontró en el hecho de participar de la toma de Brukman Hermanos una fuerte motivación. Codo a codo con las compañeras costureras, llegó a aprender el ABC de la confección textil y, a cambio, enfervorizó a las obreras con nociones de marxismo. Transcurridos algunos años, de pronto un día, llegó a la conclusión de que debía hacer algo con tanto libro y ropa que su paso por la UBA y la lucha obrera le habían dejado. Fundó entonces un Club del Trueque e inauguró una forma de resistencia al capitalismo y a la recesión. Fanatizada se la podía ver en los noticieros predicando por su causa en instando a todos a no utilizar dinero. Luego sobrevino el fervor asambleísta, y su departamento de Almagro se convirtió en centro de operaciones de la resistencia a la debacle del 2001. Por su living transitaban cincuentones rebeldes ensoberbecidos de poder, porque por fin se levantaban de un letargo ideológico. Digna representante de la sobrevalorada clase media - es misma que nutría asambleas y luego, también, las colas de la embajada de España- la conchuda causa fue una cacerolera fervorosa. Incluso le robaba a tías y abuelas estos recipientes metálicos que tantos dolores de cabeza-literales y simbólicos- trajeron a los gobernantes de entonces. Con plata acorralada, sin un ingreso fijo y con la misma necesidad de abrazar las grandes causas de siempre, estuvo un tiempo en un limbo, sin saber qué destino asumir o por cual lucha pelear. Desencajada e irreconocible. Muchos temieron incluso por su psiquis. Finalmente, encontró algo que le permitía canalizar con vehemencia todo su vacío existencial o su necesidad de expresión: La ecología a ultranza. Así es como llegó a hablar todo el tiempo de cuidar la Tierra “esa casa de todos”. Su vestuario tórnose exclusivamente vintage y reciclado por sus propias manos. No usó más plástico, sino bolsas de papel, para tirar la basura. Vive en un ph de Urquiza con su compañero artesano. Pero vive en el techo, en un espacio que le cedieron los abuelos de él y en el que ambos, con sus propias manos, construyeron un rancho de adobe. Ese hogar tiene ventanas hechas con culos de botellas lijadas en tardes de ocio productivo. Su vida transcurre en plácida relación con los pájaros del barrio-más que nada palomas- siempre dispuestas a comer los restos de las comidas a base de semillas como lino o amapola que ella prepara. Su compañero es el sostén de hogar y, según la recaudación del día, traerá en su bolsa reusable las provisiones necesarias para seguir manteniendo la felicidad de su pequeño hábitat. El momento en que el antiguo fanatismo de la conchuda causa recobra más protagonismo es cuando saca la basura. Las bolsas artesanales que ella misma manufactura con engrudo y diarios viejos no son del agrado de los vecinos, porque se rompen ni bien se las apoya en la vereda. “¿Cual es tu consciencia ecológica? –la increpa su vecina- si llenás toda la calle de mierda". “Mierda, sí, ok – responde, altiva a más no poder ella-pero orgánica”.
Ayer mismo, llevó en son de paz a la irascible vecina, un paquetito de galletitas de lino y sémola, con un informe sobre el calentamiento global impreso en hojas re usadas. De inmediato, la mujer le propuso llevar a cabo juntas un microempredimiento relacionado al marketing y la conchuda causa empezó a tener ganas de “independizarse” y a molestarse con la caca de palomas que no sale con agua sola….

miércoles, 25 de agosto de 2010

La conchuda A ROSCA


Varias marcas líderes de cerveza modificaron sus envases. Abandonaron la vieja “chapita” para insertar una civilizada tapa giratoria. Parte de la brusquedad del rito cervecero se perdió con este cambio. Pero, por otro lado, resultó una medida práctica para muchos de sus consumidores: ya no hubo que pedir prestados destapadores o improvisarlos en marcos de ventanas. Esta cosa de cerrar o abrir algo con movimientos repetitivos y giratorios no es tan bienvenida en lo que respecta a la personalidad. Digamos que, ser a rosca, es opuesto a la practicidad. La mujer a la que involucra esta denominación es una suerte de ser hiperconflictivo. Una persona que jamás cesa en sus elucubraciones sobre absolutamente todo lo que la rodea y la enrosca. Sus pensamientos se comprimen para poder dar lugar a otros. Uno a uno se acoplan en forma de espiral dentro de su inflamada psiquis. La tipa es tremendamente jodida. Nada de aquello que ve o conoce es percibido por ella con simpleza. Ni siquiera un pan, ni siquiera el aire que la circunda, incluso la sonrisa de un niño ha despertado todo tipo de conjeturas y elucubraciones sobre la crueldad infantil y el tonto optimismo humano que la oculta. Todo merece una interpretación y un análisis. Su nivel de abstracción hace que antes de responder algo se justifique. Si, por ejemplo, alguien le pregunta de qué trabaja, ella dirá que ella “no trabaja”. Pero, enseguida se interrumpirá a sí misma diciendo que sí, que en realidad tiene “trabajos”. Y que, cada uno de ellos forman parte de “una actividad”, sí, porque prefiere decir que se “dedica a algo”, a una “profesión”, ya que “trabajo de” le “hace ruido”, hay cierta “peyoratividad” en las palabras, porque, asegura, “se es poco consciente” al preguntar “de qué trabajás”, ya que se advierte como natural, “se naturaliza”, la función supuestamente productiva” que “debe tener” una persona, y se lo valora como “positivo” al hecho de “ser parte” de una organización cuya pertenencia da sentido en la cadena de producción de la cual, “uno”, “el ser humano”, y “ni qué hablar la mujer”, es un eslabón anulado como individualidad, en su “espíritu único” y ciertamente “explotado” para satisfacer la necesidad de consumo. Enroscada, y enfervorizada, dirá que la connotación de automatismo que tiene el término “trabajo”, junto a decirlo así, “solo”, mencionarlo, “ a secas” no le gusta. Pero, no es que no le guste a ella “el trabajo”, porque, “el trabajo” es también hacer algo, esforzarse. Y a ella… a ella le encanta concentrase en algo. Darle vueltas, ajustarlo, reforzarlo con una vuelta más de rosca.

domingo, 15 de agosto de 2010

Reflexiones conchudas sobre el amor (en duermevela)

“Esta relación es un contenido lleno de vacío”

“Esta relación es un espacio hedonista”

“Yo me pongo de novia y me curo de todo”

“El radio taxi es la calabaza de la soltera”

“Una ruptura inspira más temor que papá descubiréndome un chupón en el cuello a los 12”

“Cuanto más producida anda una mujer, más inestable es su relación de pareja”

domingo, 8 de agosto de 2010

La bienpagá

Se destaca por estar siempre dispuesta a alinearse con el poder de turno, por más insignificante que éste sea. Actúa como una agente paga, eficiente y lista para engrosar las filas más garcas de cualquier situación. Tanto sea frente al bañero de la playa, ante la hermana mayor de una amiga, o con el marido de una prima sumisa, la bienpagá hará de la suyas. Con pequeños chistes o directamente en un tono desembozado, se hará notar como coequiper del sorete humano del momento. Adicta a las vigilanteadas, no tiene la astucia de una inescrupulosa clásica: su ignominia es la esperable en una mina de vuelo bajo, adicta al “deber ser”. La quieren los patrones, la aman las suegras, se entiende a las mil maravillas con los taxistas y llama por su nombre de pila al comisario del barrio. La sociedad, como monstruo que es, legitima todas sus agachadas. Porque la bienpagá defiende el establishment disfrazada de buena vecina. Su talento para el mal brilla en todo momento, en especial cuando haya un débil cerca, al cual denostar embadurnada de su pátina de corrección.
Suele repetir conceptos como los siguientes: “el pobre es pobre porque quiere”, “a la policía en este país no la dejan trabajar”, “el divorcio es un horror” y afirmar sin ponerse colorada que “el que nace cabeza muere cabeza”. Es retrógrada y al mismo tiempo está lejos de ser una persona de ideas firmes porque lo de ella es la alcahueteada lisa y llana, una tras otra; a ver si nos entendemos.
Un pueril, pero ilustrativo ejemplo de su personalidad acomodaticia se manifestará en cualquier lugar, como la caja del supermercado. La habitual lucha entre consumidor y empresa, esas pedorras batallas que cada tanto se desatan en los monstruosos centros de compras, la revelarán ante su entorno. Se aliará con la cajera primero y la supervisora después, quienes, entrenadas en los vicios de la des-atención al cliente, no se harán cargo de que el pago fácil sea un chiste por su dificultad, que los precios aumenten por más acuerdos de precios que se hagan y de que las ofertas sean tan acotadas y complejas que no merecerían ser promocionadas como tales. La bienpagá mirará con desdén a quien reclame por estos atropellos, le echará caras simpáticas a la supervisora e intentará suscitar alianzas malévolas con otros clientes a los que forzará a reflexionar sobre la base de su pseudo sociología. Les dirá: "la queja es el deporte nacional", o "es que hay tanta crispación". Otra situación que la puede tener como protagonista, se ambienta en la playa, bajo el dorado sol bonaerense. Allí en cualquier reducto de la horriblemente llamada "costa", la tipa detectará a alguna liberada que, algo alejada de la manada decida tomar sol sin soutien. Oh, Dios, pobre de esa dama de costumbres liberales. Al verla, la muy turra gritará "Hay criaturas"y comenzará a arengar a las familias tipo de sus carpas vecinas, hasta alimentar un run run de indiganción que correrá como reguero de pólvora por el balneario elegido por el jet set de nuestros comerciantes prósperos. Finalmente, junto a un grupo comandado por ella misma, se acercará con cara de pocos amigos y mirando hacia otro lado le dirá a la pobre descocada que se ponga el top o se retire inmediatamente del lugar.
Puede que también, en el marco de una jornada de 39 grados a la sombra y ni una gota de viento, sea la única en respetar la bandera de "Mar dudoso" que el quemado de turno olvidó retirar desde la última tormenta. Firme en su reposera se calcinará adroctinando al resto para no tocar el mar.
Buscará siempre al más aventajado en algo o a quien revista una mínima autoridad y llegará a sobarle tanto el lomo que la persona se preguntará “¿Por qué a mí?” o, en el peor de los casos, se creerá Gardel y actuará como un líder iluminado cuando no déspota.
La bienpagá solamente puede establecer relaciones amorosas y de amistad con personas cuyos egos necesiten de la adulación constante para no quebrarse. Que alguien soporte su horrible personalidad es el pago que ella recibe por poner el cuerpo y el alma al servicio de lo peor de la condición humana. Parece haber recibido al nacer un cheque en blanco de alguna "entidad de bien público" para aplicar su santurronería y su inconsciencia como modus operandi. Con esa batería de recursos buscará lograr el temor ajeno, disfrazado de respeto que tanto disfruta.

jueves, 5 de agosto de 2010

Conchudeces sobre los géneros proferidas en pasillos de oficinas y fiestas

“El hombre que cambia de modelo de auto seguido es inseguro sexualmente”
“Los hombres que te abren la puerta son buenos en la previa sexual”
“Los maridos pollerudos suelen ser infieles en potencia”
"Mi gato es como un marido: está de joda toda la noche y durante el día duerme. Por eso no me caso”.
“Las mujeres fanáticas de la limpieza y el orden son sádicas en la cama”
“Las mujeres que no se maquillan son multiorgásmicas”
“Las mujeres que usan mucho maquillaje son mentirosas”
“Lo más hot que pude ver una mujer en tevé es un Boca - Estudiantes que incluya notas en los vestuarios”.
“Los implantes mamarios anteceden a la conducción del programa de cable y éste, al profesor de tenis”
“El exceso de exposición solar es sinónimo de insatisfacción sexual y depresión.”
“El uso obsesivo y recurrente de la planchita, también.”

sábado, 31 de julio de 2010

Bajezas y autojustificaciones conchudas


“El rollito con forma de salchicha que me sale en la cintura es una reserva del organismo”

“Las ojeras son glamorosas, dan idea de cierto reviente sexy”

“Hay un tratamiento que posta cura la celulitis, pero es muy caro y yo soy pobre”

“Hay que ser muy frívola para estar en forma. Y yo soy muy profunda”

"¿Por qué tengo que preocuparme si no me depilé?, él me tiene que querer como soy”

“Las mujeres, con los años, nos ponemos mucho mejor”

“Yo no quedé porque ella se acostó con el director”

“No estoy al pedo como ella para dejar la casa siempre tan ordenada”

martes, 27 de julio de 2010

La Peter Pan ñoño nerd

De lejos, se la puede confundir con un Flogger de 14 años. Pero es una mujer de 30. Su corte de pelo y su ropa talle 0 se inspiran en el Animé japonés. En la biblioteca, las mesas de luz y el botiquín de su baño, hay Legos y Playmovils. También atesora varios juguetes de colección como yo-yos, trompos, casi todos los personajes de Dragon Ball Z -incluidos los secundarios como Yayirobe o Yam-Ya, en la traducción mejicana- y una añeja botellita vacía del perfume de Los Pitufos. Va a fiestas electrónicas pero no toma pastillas, ni Poper, ni Speed, ni nada. Es una gran lectora de ciencia ficción y novelas de aventuras. De memoria se sabe diálogos de La isla del Tesoro y Los tres Mosqueteros. Ve toda clase de dibujos animados y se mata antes de perderse el estreno de filmes como Harry Potter, el Señor de los anillos o Piratas del Caribe (cabe aclarar que en este último caso, el interés por la película se achica frente al placer de ver a Johny Depp que experimenta el 99 por ciento de las conchudas). Su colección de historietas abarca a las Fierro de los ochentas, las Kiss españolas (porque como buena conchuda no le hace asco al sexo dibujado), decenas de Mangas y todo sobre superhéroes. Ella misma dibuja muy bien y en su cartuchera de Kitty guarda muchos lapicitos de punta inquietantemente afilada. Le gustan los stikers, los pins, los piercings, los tatoos y otras tantas cosas que se dicen en inglés. Es magistral en los videojuegos, pesa menos de 50 kilos y no tiene vergüenza de comerse un chupetín en una vernisagge o un concierto. Mientras millones de conchudas han elegido la cirugía estética para resistir el paso del tiempo, la Peter Pan ñoñoñerd prefirió actuar como una niña pero con todos los permisos y comodidades de los grandes.

viernes, 23 de julio de 2010

La conchuda Doris Day


La queremos. ¿La queremos?. Sí, claro, aunque no sepamos bien porqué. No es mala mina, ni jodida, ni cizañera, ni chismosa: es sólo, hummmm, en fin, es como es. Cuando la visitamos, el tiempo se estira como un bazooka jirafa. Queremos contarle alguna de nuestras aventuras, dilemas o transgresiones y ella, apenas esbozamos la primer palabra, cambiará de tema. Es como si quisiera decirnos: “No me contamines con tu vida licenciosa”, en una abierta actitud de defensa e intrínseca animosidad hacia cualquier cosa que la saque de su razonamiento habitual de 5 o 6 verdades que coinciden con el deber ser . En general ,se dedica a la casa y a los chicos. Es la amiga santurrona con la que no podemos contar para nada que se asemeje a la emoción. No obstante, cabe aclarar que es sensible, pero sólo con los niños, los ancianos, las publicidades efectistas, el sonido del Himno nacional y los filmes de Disney. El sufrimiento humano conocido como neurosis le es ajeno. Y cualquier problemática social le es completamente indiferente. Tampoco será posible oírla lanzar frases estimulantes y muy comunes entre otras conchudas como “Sentate porque te vas a caer de orto cuando te cuente" o, un simple, pero prometedor “A que no sabés lo que me pasó” . No y no. No se debe esperar nada de ese tenor. Si las circunstancias la llevan a lidiar forzadamente con una amiga angustiada, abrirá los ojos de vaca para mirar, muy ausente, a su interlocutora esperando que el ruido del lavarropas le indique que el lavado ha finalizado. La amiga sufriente por las consecuencias de sus propios actos non santos y de su adicción a los hombres que no pintan para buenos maridos, sentirá un enorme vacío, o mejor dicho, una mezcla de vacío y somnolencia que ni la más fuerte droga le ha generado jamás. Cada encuentro, será regado de algo de incomodidad por lo descontextuado de la propia vida en relación a la suya, junto a cierto afecto ganado por el paso de los años. Por su parte, la conchuda Doris Day al oír las penas de la pobre descarriada, sin un dejo de pasión y sí tal vez emulando a una eficiente cajera de supermercado, al fin, se limitará a decir: "Te lo dije. No ibas a llegar a ningún lado con ese tipo". El diálogo termina cuando su marido-¿ gay?- ingresa a la pulcra cocina y, mientras se sirve un vaso de agua saborizada de uva, nos pregunta: "¿Y Debby, cómo vas con los candidatos?". Sin esperar respuesta, insistirá. " Dale, a ver cuándo te conocemos uno piola. ¿Y ése que veías a la tarde, los miércoles nada más..? "

viernes, 16 de julio de 2010

Diccionario conchudo sobre dulces (sin orden alfabético exacto)

Chocotorta: Postre favorito de los bares gay friendly y los cumples infantiles.



Dulce de leche: Orgullo nacional.


Ferrero Rocher: Exquisitos bombones de Nutella y avellana que, sin embargo, sirven de excusa para dejar de ver al tipo que nos los trajo de regalo con cara de campeón.


Oreos: Ícono yanky. Muchas conchudas las consumen de puro vicio, pero convencidas de que las nativas "Melbas" o "Rumbas" son admirablemente superiores.


Fizz: Los mejores caramelos que se hicieron nunca jamás. Excepto los de sabor naranja.



Manón: galletitas que hacen pensar en un colegio del Estado, durante la presidencia de Alfonsín.


Mielcitas: Aberrante líquido denso que se sorbe de un plástico manoseado por cientos de personas. Las hay rojas, verdes y amarillas.


Minitorta o cualquier alfajor triple: Único bocado capaz de ayudar a ciertas conchudas a refrenar sus impulsos de violencia conyugal, familiar y/o social en general.



Naranjú: Frustrante compra de progenitores ante el pedido de helado por parte de su hija de 10 años. Al igual que las milecitas, lleva enormes proporciones de colorante y se sorbe de un plástico manoseado por cientos de personas.


Pastillas Renomé: Pasarán a la historia universal como una línea del tema de Los Twist "Pensé que se trataba de cieguitos"


Refresco: Caramelos deprimentes que suelen habitar las carteras de conchudas muy ancianas. Con ellos, convidan a sus sobrinos nietos.

Caramelos 1/2 hora: amados por una de las conchudas que escribe este blog y vilipendiados con desmedida saña por la otra. La prueba de ello está en la omisión que ahora me encargo de reparar, al agregar a la lista esta delicia de anís. La que los ama los consigue en un reducto mayorista de venta al público ubicado en Once. Un comercio, plagado de tías abuelas que han vagado por distribuidoras hasta dar con el estante más lejano, aún cuando esta golonisería hoy privilegie los chupetines de dragon ball y horrendos mashomellows. Mal que le pese a la joven empleada del local mecionado, los fieles amigos del caramelo del relojito, no somos fáciles de conformar y/ o diasuadir, por lo que nos seguirá viendo, mes a mes, para renovar la caramelera de casa.

martes, 13 de julio de 2010

Las conchudas y el CHAT

yo: che
una cosa conchuda
nancy: q
yo: "cuando tengo el pelo genial, tengo la piel mal. Y viceversa"
nancy: deprimente
yo: hoy tengo el GRAN pelo
nancy: y acné!
yo: Sí, mientras bamboleo la melena al ritmo de "solatate con Wellapon" mi rostro ostenta barritos por doquier
nancy: yo en cambio tengo frizz pero la cara basatnet decente
yo: acabo de descubrir
nancy: que es la ovulación la q trae granos tb
yo: No, acabo de descubrir que existe la paradoja capilodérmica de la conchuda. Es como un gataflorismo estético o un bovarismo, como quieras
nancy: ya tenemos un post

miércoles, 7 de julio de 2010

La conchuda fálica





Nada, ni nadie, nunca jamás, hará algo por ella. Primero, porque jamás delega, excepto que, por ejemplo, se esté hundiendo en un crucero y deba pedir un salvavidas; aunque es más probable que rompa a patadas la proa y salga sola con fuertes brazadas. La conchuda fálica tiene un molesto lema: “Nada de lo que puedas hacer por vos misma, se lo encargues a otros”. De modo que lleva una vida sumamente intensa en la que sabe hacer de todo y, claro está, siempre tiene la razón. Una conchuda insoportable, pese a que, no nos engañemos, resulte cómodo recostarse de vez en cuando en ella para dejar que decida y opere en nuestra confusa y desorganizada existencia cotidiana. “Dejá que te lavo yo los platos”, dirá en aparente actitud solidaria. Pero, be carefull, nada es gratis en esta vida, y la conchuda nos hará pagar, tarde o temprano, "el favorcito" con intereses. ¿Cómo? Muy simple, haciéndonos notar nuestra propia pereza e ineptitud de modos sutiles, como quien no quiere la cosa. Mellando día a día nuestro inseguro carácter. Nos insistirá: “En serio: dejá que yo los lavo en un minuto” o, “No, lo hago yo, vos quedáte sentada que tenés una carita de cansada. ¿Te viste las ojeras?”.
También será capaz de organizar nuestra rutinas cotidianas con impune estilo intervencionista: “Si te parece te anoto al chico en tenis, no me cuesta nada, le va a venir bien hacer deporte para tener energía, no querrás que termine aplastadito como vos”. Tal vez para asentarse aún más en su postura, la conchuda fálica se ensaña en especial con las conchudas que acusan tendencia a la inercia y al cultivo de cierto espíritu bucólico. Es por eso que se debe estar muy atenta a su influjo, ya que, fálica como es, tomará el poder ante el mínimo descuido ajeno y, casi como un emperador romano o algún monarca absolutista, lo hará valer a rajatabla. Con su energía desmesurada y sus frases solapadamente descalificatorias, ganará terreno, miles de hectáreas de nuestra personalidad que nunca nos ocupamos de sembrar. Ella logrará transformarnos en uno de esos prisioneros de Platón, pero sometido a su sombra. O, peor, hará que terminemos como la hermana de Bette Davis en el filme Baby Jane, la infeliz criatura a quien la legendaria actriz mantenía encerrada en una habitación.
Un día cualquiera, sus manos moverán las nuestras y será la firme voz de la fálica la que brote cuando movamos la boca, infelices y entregadas, como decadentes chirolitas. Estemos atentas.

viernes, 2 de julio de 2010

10 bajezas inconfesables, parte 2

1.- No advertir a una amiga sobre el trozo de lechuga que tiene en el diente porque nos da gracia verla así.

2.- No poder cambiar de canal si el que se encuentra en pantalla es Sergio Dennis haciendo playback de alguno de sus hits.

3.- Hacer regalos de cumpleaños (ropa, libros, lo que sea) especulando con que se nos presten después.

4.- Estar completamente convencida de un complot internacional para que el mundo acabe. En breve.

5.- Sentir una extraña identificación con Coco Sily cuando toquetea minas en el programa de Fantino.

6.- Querer ocultar la falta de lavado capilar apelando a un peinado estrambótico, onda diseñadora de Palermo.

7.- Salir al kiosko a altas horas de la noche en busca de un chocolate de 100 en gramos, con camisón, campera y zapatillas de nuestro marido sobre las pantuflas propias de estampado animal print.

8.- Ser capaz de desayunar cualquier comida fría, si viene con café con leche. Se incluyen vacío a la parrilla y ravioles cuatro quesos.

9.- Eludir sistemáticamente la devolución de un jean a nuestra amiga con excusas que nos llevan a evitar verla.

10.- Herir de muerte los sentimientos de otras personas cuando estamos con síndrome pre-menstrual o tenemos mucho hambre y sueño. Es como una descarga.

jueves, 24 de junio de 2010

La conchuda voy o vengo


Fuma un cigarrillo, lo apaga por la mitad. Para un taxi y, al verlo acerarse, lanza manotazos al aire con el índice extendido, al grito irrisorio de “No, No. No”. Se pasa una hora probándose ropa en un local y abandona la compra en el momento en que la cajera pasa la tarjeta de crédito por la maquinita. Inventa una excusa y sale del negocio. Nunca regresa. No hay mesa de bar que le venga bien, que si la ventana, que si la cercanía con la cocina, que si hay niños alrededor, que aquel gordo me mira con impudicia... Anda embagallada por el bar con la taza de café en la mano, los diarios bajo el brazo y el paso apurado pero muy vacilante a la vez. Va cambiando de mesa, puede llegar a hacerlo hasta 4 veces por tarde.
Si se trata de bodegones o restó, testea la ventilación de restaurantes y se indigna si a pesar de sus previsiones el pelo le queda con olor a fritanga. Ese día ya se lavó la cabeza como todos y lavársela una vez más le presenta un desafío difícil de ganar. Pero, por otro lado, también piensa que deberia hacerse un baño de crema… pero lavarse dos veces la cabeza, no sabe, no, piensa que simplemente no da. Y así, es capaz de cavilar durante medio día.
Si va en su auto, que izquierda o derecha, que por Lavalle o por Perón. Cuando tiene que comprar un regalo para alguna conchuda cumpleañera, recorre las mismas vidrieras decenas de veces, yendo y viniendo por Palermo Viejo, para terminar comprando de apuro una remera lisa en un híper mercado. En el verano nunca sabe bien si playa o sierra, si Uruguay o Brasil, si una quinta en el Gran Buenos Aires, o si dejarse de joder y ahorrar un poco. Con los hombres mantiene una relación tan inestable como el inquietante devenir de su vida. Un día muere por ellos, al siguiente no los soporta y más tarde los pasa a extrañar incluso aunque estén sentados a su lado. Su problema con la toma de decisiones es tan extremo que estuvo 22 meses frecuentando inmobiliarias antes de alquilar su monoambiente de Parque Patricios, un lugar al que desprecia y que asegura haber elegido por "precipitación". Es que, de tanto ir y venir, la conchuda voy o vengo termina pifiándola irremediablemente, presa de sus dudas. Ya lo dijo Dorothy Parker: “Hay cuatro cosas sin las cuales yo hubiera vivido mejor: algunos amores, los chismes, las pecas y las malditas dudas”.

viernes, 18 de junio de 2010

La negadora

No se engancha con las discusiones, los problemas ni las limitaciones. O, mejor dicho, no los registra. Va para adelante como esos tristes caballos de los mateos. Y así, siempre concentrada en el camino, queda ciega ante casi todo lo que ocurre a su alrededor y –lo más alarmante- ante lo que anida en su propio interior. Los sucesivos abandonos de los tipos, las infidelidades, las adicciones propias y ajenas, la falta de dinero, el paso del tiempo, la disfuncionalidad de su familia paterna… nada de eso resuena en su cabeza. Son cosas que simplemente no existen. También soslaya sus limitaciones intelectuales y físicas siempre que puede y, si no, las justifica. Es de las que, al momento de hacer una autocrítica, se despacha con un dudoso mea culpa: “¿Mi peor defecto? Ser muy perfeccionista”. Cuando sube de peso, no corre a lo de Ravena. Por el contrario, actúa como si no hubiese pasado nada y saca a relucir sus nuevas redondeces a través de escotes, tajos y transparencias. Cuando la echan del trabajo, inmediatamente espeta “todo pasa por algo, necesitaba un año sabático”. Cuando un tipo la deja, la Conchuda negadora, dice y siente que fue “de la noche a la mañana”, aunque hace meses él durmiera en el sofá. Tampoco se da cuenta de su propia falta de voluntad. Hace 25 años que fuma pero asevera confiadísima: “Lo dejo cuando quiero”. Con las amistades, más de lo mismo. Cree tener estrechos vínculos con ex compañeras de la secundaria que a gatas recuerdan su rostro. Intenta permanentemente comunicarse con ellas a través de mails y llamados que nunca son respondidos, pero jamás se le ocurre pensar que no tienen interés en su persona y por eso no le contestan. Tampoco se hace cargo del contexto social en el que vive. Si es económicamente solvente, no tiene la capacidad de ver los bolsillos flacos de los otros. O los tratará de tacaños, o los arrastrará con tentadoras invitaciones a vivir a su ritmo. Si, por el contrario, anda con poco efectivo, gastará a cuenta y pedirá prestado. Solicitará dinero a amigos con desconcertantes excusas (“tengo cheques por cobrar”; “excedí el límite de la tarjeta” o “estoy con las cuotas de la depilación definitiva”) cualquier cosa para no ver su dura realidad económica. La negación de cualquier cosa fea o dolorosa es, en síntesis, la condición fundamental de su vida. Como una alquimista de las emociones, ella ha logrado transformar en carne y hueso esas popularísimas y resignadas palabras: “Ojos que no ven, corazón que no siente”.

viernes, 11 de junio de 2010

Diccionario musical conchudo



Bowie: Lo que una conchuda hubiese deseado ser, de ser hombre.

Frito Páez: Espantoso espécimen masculino lleno de tics que ama rizarse el pelo.

Hittoten Hossen: Canción de calidad dudosa y lírica de aristas nazis, considerada unánimemente por la crítica como un hit.

Mccartney: Hombre soso e incluso garca que, sin embargo, posee algún talento que hace que caigamos a sus pies.

Manú Cago: Usa chabo y morral, pero vive en Palermo Soja.

Phsicodarkdelia: Ritmo volado y deprimente que algunas conchudas tararean al son del secador de pelo.

Punk con queso: Comida clásica de domingo a las tres de la tarde, cuando un fin de semana de bolike nos dejó sin provisiones.

Querido: Ese disco que volvemos a escuchar aunque ya sea demasiado. Lo hemos tenido en vinilo, casette, CD y Mp4.

Ramonero: Chabón al que, de entrada, le damos bola por lindo, y huimos al caer en que sólo nos invita a tomar cerveza, nunca se cambia la remera negra y está preparando tres materias que debe del secundario.

Sesentero: Individuo que jura que el rock murió con “El lado oscuro de la luna” el 17 de marzo de 1973.

Siouxsie & the happys: Mujer que recibe con muy buena voluntad a casi cualquier caballero que la invite a algo.



The Style Council: Dícese de cualquier banda de la que no es posible recordar ni una melodía por su futilidad y falta de onda.

ZZ No: Antro céntrico que ya no existe pero que abundó en los 90´s. Suena, más que nada, heavy metal. Las bebidas que se expenden en la barra están rebajadas y vienen en vaso de plástico.