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lunes, 26 de abril de 2010

Etiqueta nocturna de una conchuda



Disimular cualquier exceso de sustancias consumidas a partir de una actitud entre displicente y altiva de decir a todo que sí.

Disimular la sordera provocada por los parlantes del boliche, otra vez, diciendo a todo que sí.

Tener chicles a mano por si se entabla diálogo cercano con tipo en edad de merecer. Un spray bucal es aún más cool.

Fijarse bien en los pasos de baile que tiran las conchudas más lindas del boliche antes de lanzarse a la pista. No queremos ser Elaine en aquel capítulo de Seinfeld.

Desestimar con simpatía y promesas a futuro la propuesta de un tipo que hoy no es interesante pero que puede ser necesario en momentos de extrema soledad.

Asistir a nuestra amiga que volcó aún dejando atrás al hombre de nuestras vidas, excepto que ella sea aún mejor que una y nos diga que se arregla sola.

domingo, 25 de abril de 2010

La conchuda subalterna



Es resentida y ñoqui de alma. Como la conducta tipo vegetal no se sostiene por demasiado tiempo en las modernas y proactivas corporaciones, la conchuda subalterna desarrolló una sobreadapatación notable. A su manera, ejerce de un no ortodoxo sindicalismo personal. Sus reclamos gastronómicos al jefe de personal ya dieron como resultado una heladera y un microondas que todos recibieron con júbilo. Es que para ella, la cocina es el ámbito donde puede sentirse en casa, preservada del sufrimiento del trabajador común, víctima de las luces de tubo y la estática de las PC.
La subalterna necesita darle un toque descontracturado y familiar al laburo. Por eso, su escritorio es su habitación y los cajones su alacena. En ellos se despliegan elementos ajenos a la productividad: siempre pegoteados, crujientes por el azúcar y la quick soap derramadas es posible encontrar en ellos alimentos secos que no desea compartir. Por otro lado, urgar en ellos es parte de sus irritantes rutinas diarias oficinescas que nadie se atreve a modificar.
Lleva al máximo la ley del mínimo esfuerzo. No por nada la llaman Gabriela Michetti, ya que difícilmente se levante de su silla giratoria. No obstante su pereza, cierta lógica costo-beneficio le permite evaluar que eludir responsabilidades se compensa con salir a “hacer trámites”. Así, la conchuda subalterna gana las calles con facilidad. Pero, inevitablemente, al regreso, aparecerá cargada con bolsas que delatan paseos por el Todo Moda de Cabildo y la Confitería de la vuelta. Otra característica de esta empleada es la de agotar siempre las resmas y cartuchos láser color con print de cadenas y chistes que le llegan por Internet. También el hacer llamadas a larga distancia utilizando el interno de un compañero distraído. Cuando entrega informes (sí, alguna vez ocurre), los presenta siempre con manchas de mate, ya que no se desprende del equipo que su hermana le trajo de Uruguay. Pero si hay algo que la enloquece y la vuelve proactiva como nunca, es el festejo de un cumpleaños. A su celebracíón en horario de trabajo se consagra con obsesiva dedicación. Ese día, todo comenzará temprano cuando, montada en su silla de rueditas, recorra las oficinas presionando a compañeros y personal jerárquico para que pongan plata en el onamástico de Jorgito, el cadete nuevo con el que pasa horas charlando. Luego se ocupará de comprar chucherías que sólo ella apreciará. Sí se lucirá con costosos triples y saladitos que precederán la torta y serán abonados por la empresa.
No se conocen específicamente sus funciones o cargo, pero existe alrededor de la conchuda subalterna cierto halo de poder que ella misma ha sabido alimentar. La gente le teme como a una suerte de pariente insoportable con el que hay que lidiar. Uno de los rasgos de su particular autoridad se basa en ser confianzuda y en conocer al dedillo la vida de todos y cada uno de los integrantes del staff de la compañía. Si bien diversas gestiones administrativas han intentado removerla de su puesto, nada parece poder con ella. Incluso se han organizado reuniones jerárquicas cuyo temario comenzaba con la inutilidad de su persona. Todas las medidas esbozadas quedan siempre en el olvido, porque ninguno podrá dejar de comer los conitos de dulce de leche, toneladas de BON o BON, y los caramelos media hora con los que, indiscretamente interrumpirá el meeting. El gerente general, al saborear los redondos dulces con el relojito impreso, se transportará a través de recuerdos entrañables a sus años de secundario cuando su mamá, la misma que lo impulsó a ser contador, le dejaba una bolsita de ellos como tesoro, en el bolsillo de su blanco guardapolvo infantil.

sábado, 24 de abril de 2010

La Conchuda Caníbal

Parece encantadora. La mayoría de los hombres caen a sus pies apenas la conocen. Nunca tuvo trabas para ser aceptada por tipo alguno. Es atractiva, inteligente y, sin embargo, todas sus relaciones siguen fracasando y nadie sabe bien porqué. Es que el problema de este tipo de mujer es que sólo manifiesta su conchudez en la intimidad de la pareja. Ella va de a poco, no revela de una al monstruo que hay en su interior. Comienza con detalles vanos como observar los cds del auto de su nueva presa para correr a Musimundo a adquirir los mismos. Más tarde, se quejará con sus amigas de que él no la llame en los horarios en los que ella está libre y deseosa de oír su voz. Cuando se ven y tienen sexo, ella lo dejará exhausto y durante el acto repetirá en sus oídos su frase de cabecera: “Te comería”. Él, halagado, se sentirá adolescente otra vez al examinar en el espejo los chupones que le deja su novia. Son días de pasión y locura para ambos, de cama y sillón; mesa y piso, todos pueden ser espacios para el hedonismo más arrebatado. Sin embargo, pronto el hombre elegido por la caníbal lamentará no haber interpretado las señales que anunciaban el temporal. Porque todos sus raptos pueden parecer extravagantes mensajes de amor: la caníbal no le hace asco a los pasacalles, a los anuncios en el diario, a los llamados a la madrugada, a los regalos costosos, a las fiestas sorpresa, a los larguísimos trayectos en taxi para poder verlo 5 minutos...La lista podría seguir por siempre jamás. Estos gestos, que para cualquier otra mujer serían heroicos o directamente anormales, constituyeron su modus operandi con los hombres desde los 16 años. Cincuenta y dos minutos de taxi para verlo en el entretiempo de su fútbol 5, para ella no es esfuerzo alguno. Sus amigas conchudas utilitarias se han puesto a calcular el dinero lleva invertido en sus relaciones y calculan que podría comprarse medio dos ambientes. Como es un barril sin fondo emocional, dilapida sueldos íntegros en cada uno de sus noviazgos. Ella prepara inconcientemente un banquete en el que el plato principal es el candidato en cuestión. Es una delicia que sabe cocinar muy bien. Busca a su presa y la engatusa para e poder quebrarle el pescuezo y llevarla, sangrante, a la cocina donde la embeberá en untuosas preparaciones y aromáticas especias, la dorará a fuego lento durante horas. Una vez cocida, ella la servirá a su gusto y la saboreará extasiada, para, vorazmente, dejar sólo algunos huesos pelados. Luego, y a medida que el recuerdo del sabroso plato se haga más débil, volverá al corral a elegir un nuevo amor que la satisfaga generosamente un tiempo más.

miércoles, 21 de abril de 2010

La conchuda esteta

No puede conversar sin pensar qué bien le vendrían a su interlocutora dos tonos menos de tintura. Se desconcentra con facilidad porque todo su interés se fija en las formas y los colores de la ropa, el estado de la piel y los dientes de las personas con quienes dialoga. Es tal su fanatismo que no duda en hacer observaciones , más alla de que a aquellos a quienes tiene enfrente posean un interés pobre o nulo en su propia apriencia. Pasa el día cavilando en los porqués de su madre para no ponerse bótox, los de su hija para no hacerse una higiene profunda de cutis y los de su marido en evitar un corte de pelo más canchero. También le gustaría que el plomero use un mameluco customizado y que abandone esa barba que tanto lo avejenta. Puede ser artista plástica o productora de modas pero, la mayoría de las veces, sus días transcurren como los de una ama de casa que redecora, rediseña y re contra rompe a todos la paciencia con su manía enfermiza por gastar dinero en ropa, sillones nuevos y revistas de diseño. Con su propia persona, por supuesto, es extremadamente atenta. Le cuesta mucho salir de su casa sin dar ochocientas vueltas antes. Constatará su maquillaje una y mil veces para evaluar que no resulte muy “pesado” y revisará sus uñas escrupulosamente, en tanto dejar el pelo como le gusta le llevará una hora más. Se arregla hasta para ir al supermercado y combina todo sabiamente sin estridencias ni convencionalismos, con criterio y mucha onda. Las conchudas progres que ocasionalmente alternan con ella, piensan que lo que gasta en tratamientos y productos de spa y belleza debería ser considerado ilegal. A veces, su obsesión es tan acuciante que no puede conciliar el sueño. Se desvela pensando en que los años no pasan en vano y los tríceps fláccidos y las rodillas arrugadas no van a tardar en llegar. Sufre dando vueltas en su somier de 3000 pesos por no haber conseguido la tela que anhelaba para las cortinas. Se estremece al recordar que su casamiento fue poco glamoroso y, cuando ya el cerebro no da más, se da cuenta: lo suyo no es frivolidad supina, es algo más profundo… ¿Será temor a la muerte? Sólo en eso momento, cuando la idea de verse amortajada le corta de cuajo todas sus especulaciones, concilia el sueño.

viernes, 16 de abril de 2010

La conchuda marxista


Hermana politizada de la fóbica, la marxista tiene en común con ella la falta de coquetería. Las únicas veces que se puso rímel se lo sacó a la mañana siguiente con lo que tenía más a mano: aceite Patito. Detesta la frivolidad al punto de desdeñar el cuidado de su cuerpo por ser un hábito propio de la burguesía. No obstante, hace uso de él, exponiéndolo a trabajos voluntarios y sesiones de sexo no carentes de alguna que otra cosa medio perversilla. Los hombres que le interesan usan barba o pelo medio largo, la llevan a tomar algo a bares como “El Progreso” en Barracas y suelen manguearle monedas para el bondi. Alguna vez, la marxista puede calentarse con un cerdo burgués, pero no se involucrará más que para tener sexo ocasional y algo brutal, pues el sentimiento romántico lo consagra sólo a aquellos que compartan sus ideales revolucionarios.
Como amiga, es de fierro: confiable, desinteresada, buena para escuchar y aconsejar, pero ojo, para salidas, eventos o presentaciones, mejor recurrir a otra. No es extraño que acuda a una fiesta ya medio borracha por el Legui (su bebida favorita) y, sin pensar en la importancia que para una pueda merecer el evento, termine acusando al DJ de “tilingo vendepatria y cipayo” por pasar música “que no emplea gente, sino máquinas”.
Siempre querrá llevarnos por su camino, y una, que ansía dejar atrás la adicción a la planchita y la Para Ti, la seguirá a marchas y firmará extrañas solicitadas a favor de la libertad de ignotos presos políticos.
Como suele suceder en estos casos, proviene de una familia adinerada, con la cual, no se habla desde hace más de diez años. Recibe depósitos en una cuenta a nombre de una ON´g a modo de pacto tácito por mantenerse alejada luego de lo ocurrido- hace una década -en el casamiento de su hermano. La conchuda fue artífice del final abruto de la fiesta. Nadie pudo perdonar que esa noche tomara el micrófono e interrumpiera la melodía de Carrozas de Fuego. Con su voz aguda y sus ojos de loca, la mano en alto y el puño cerrado les dijo a los presentes que si no firmaban la solicitada que su compañero (pareja y militante) estaba distribuyendo en las mesas, activaría una bomba estratégicamente colocada en la pista de baile. Justo debajo de la mesa dulce. Patrulleros, la guardia de Bomberos de San Isidro y un servicio de urgencia médica contuvieron la situación, mientras la novia gritaba "hija de puta zurda de mierda, te voy a matar".

Comunicado conchudo


Así como las corporaciones ocultan la información al pueblo, así como los terremotos azotan a países hermanos y a otros más pobres y lejanos; así como las adicciones ahogan a Luismi y la inseguridad acucia a la clase media, así, así, igual nos molestan algunas conchudas resentidas a las conchudas buenas que hacemos este blog.
La causa del bloqueo temporario de este espacio está relacionada con una conchuda anónima-sabemos dónde vivís-aburrida de su triste existencia-aprendé a vivir y a dejar vivir- que nos atacó denunciando este blog, y hackeando cuentas asociadas.
Pero, como desde acá creemos en la solidaridad de género, dejamos que Dios la juzgue y sepa que hácer con su opaco ser. Esta será la única mención al tema ya que las autoras tenemos mucho de qué ocuparnos como seguir trabajando por una mirada autocrítica, pero siempre compasiva y solidaria sobre el incomparable y mágico hecho de SER MUJER.

Ante lo sucedido, la dirección de este blog aclara que:

1- Nunca fue intención de este blog ofender a nadie.
2- Por más maldad que haya en el mundo, yo vengo a ofrecer mi corazón.
3- Gracias a todos y todas por su constante apoyo, los recordaremos con displicente cariño cuando seamos estrellas consagradas y bebamos nuestros daikiris en algún oculto megahotel caribeño.

Ahora sí, sigan disfrutando del neoconchudismo: un concepto de autoaceptación fraternal que nos une más alla de todo intento desestabilizador y golpista.

sábado, 10 de abril de 2010

La conchuda Sedal Dúo


Así como algún cráneo del área de Producto del mundo cosmético desarrolló la idea de un champú y crema de enjuague juntos; así tal cual, pensó la conchuda Sedal Dúo que podía vivir. Ella palpita la dualidad en todos los aspectos de su existencia: es seguidora de San Lorenzo, pero simpatiza mucho con Boca también. Es amante de la vida austera y profunda, pero se fascina con afamados polistas que jamás toleraría tener cerca. Todos los mandatos y características de tantas conchudas, ella los lleva dobles. Por un lado se ciñe al “deber ser” y trabaja para llevar una vida ordenada con metas y planes muy terrenales. Con su sueldo de recepcionista logró el crédito del uno a uno mientras otras amigas despilfarraban dólares –perdón, pesos- a lo loco. Pero, en tanto paga religiosamente la cuota al Nación, ha caído en la compulsión del taxi y la ropa de marca, haciendo temblar los frutos del esfuerzo denodado por tener casa propia. Y ese no es su único desliz, también se ha dejado llevar por el reclamo vehemente y apasionado de un ex con el que se cita regularmente a escondidas. Parte de esa relación prohibida existe más que nada porque no puede espetarle al galán en cuestión un: “¿Qué? ¿Cómo se te ocurre, no ves que soy casada?”: Muy por el contrario, y llevada por un deber ser negativo que es el reverso del deber ser normal, accede y hasta se deshace en excusas cuando no puede complacer la insistencia del tipo. No es que sea contradictoria, es dual, necesita de dos mundos en los que vivir. Necesita ser como Caterine Deneuve en Belle de Jour, pero no sólo en la conducta sexual, sino en todo, incluso hasta en las opiniones políticas y en la ropa. Siempre habla bien de los socialistas, pero no puede vivir sin Direct TV y Wi Fi, detesta la explotación de los cuerpos femeninos, pero gasta 150 pesos en cada sesión de Figurella, censura las adicciones pero fuma 25 cigarrillos diarios. La sedal dúo responde sistemáticamente a sus estúpidas ansias de mantener activos dos mundos. Así puede huir de uno a otro y viceversa, sin comprometerse del todo con ninguno, nunca. Intenta como en el olvidable “Sedal dos en uno”, condensar dos necesidades, una básica como lavarse y otra extra y engañosa como tener brillo y sedosidad garantizados.

sábado, 3 de abril de 2010

La conchuda tacha lista

Podría ser obesa mórbida, yonky, alcohólica, apostadora férrea o adicta al sexo, pero ella eligió tachar listas a la hora de hacer andar su espíritu compulsivo. Nada le produce tanto placer como deslizar la lapicera horizontalmente sobre una tarea cumplida. Frente al mundo, pasa por una persona organizada, pero su afán por tachar listas encubre una personalidad híper ansiosa. No son pocas las ocasiones en las que hace cosas de las que luego se arrepiente. Sin embargo, no lo puede evitar. Corre a tontas y a locas, fingiendo aplomo con su cronograma bien armadito y su manía de llegar diez minutos antes a todos lados. Concretar trámites postergados, ordenar el placard y la alacena una y otra vez, pagar facturas mucho antes del vencimiento, afrontar largas colas en el correo, renovar el pasaporte sin necesidad, depilarse antes que el bello asome… todas estas tareas superfluas le dan a la Tacha lista la calma que necesita para no ahogarse en la vorágine de su mente. Sostiene con el reloj y el almanaque una relación compleja, difícil y alternada. Entre el odio y la pasión. A pesar de los ruegos de sus amistades porque lo haga en fecha, no duda en saludar con anticipación para los cumpleaños. En su trabajo, entrega informes con mayor antelación que la necesaria. Cada día se levanta y se acuesta más temprano. Su paradoja es que quiere sacarse permanentemente cosas de encima para ganar tiempo libre y luego no sabe qué hacer con él. Entonces se angustia. Son las cinco de la tarde y quiere que se hagan las ocho, deambula por su casa tratando de hallar algún asunto pendiente que la mantenga en movimiento. Es como un hámster en una rueda, un bicho que no sabe cómo detenerse y se come, toma y juega la vida, en rauda carrera hacia la muerte.