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domingo, 30 de mayo de 2010

Diccionario gastronómico conchudo

Animal muerto: Toda carne que se tire sobre una parrilla.

Anoréxica pour la gallery: Conchuda que se rescata en un coktail lleno de delicias, pero al llegar a su casa arrasa con las patitas congeladas Granja del Sol.

Batatear: Toda acción o actitud destinada a ponerle onda a algo, pero al estilo "Sanata" de Fidel Pinto. Ej. de uso común: "No batetiés más con esa batería, que te falta ritmo".

Moscatazo: Bizarro estado de trance que acontece a conchudas incapaces de reprimir sus ansias por entrar a Las Cuartetas, a las 4 de la mañana - o de la tarde, da igual- a por un moscato con pizza de chancha.

Pochi: Conchuda de buen diente. Puede ser dulcera, saladera, o ambas en los casos Pochi Extreme.

Salchipapa: Conchuda llenita y/o maciza que, ciega a tal condición, recae en aquellos modelitos que otrora le sentaban y que hoy resisten con dificultad los embates de su carne rosada. También es una comida típica del Perú.

Soy rock: Conchuda de treinta y tantos que persiste en comer en Mc Donald's y Pippo, salir de noche, volver de mañana y hacerse cortes de pelo raros. Ideal para llamarla, si dan ganas de enfiestarse hasta reventar.

Trankinas: Galletitas de chocolate y crema "vainilla fantasía" con propiedades tranquilizantes para conchuda con síndrome pre-menstrual.

jueves, 27 de mayo de 2010

La conchuda celosa


Para ser amiga de ella hay que ser muy asexuada y anodina y, aún así, la cosa no será fácil de llevar. Desconfiará. Cuando se sale con una conchuda celosa hay que vestirse discreta y alejarse de cualquier gesto que haga intuir voluptuosidad. Nada le hará menos gracia que una amiga coqueta. La defenestrará con alma y vida, con términos propios de señora gorda y reaccionaria. Dirá que es "Atorranta", "Calienta pijas" e "Histérica". Pero lo que realmente le molestará de esta amiga no es la decisión de ser una mujer que se arregla, si no el acaparamiento de atención que la Conchuda Celosa quiere solo para sí. Puesto a que toda su vida gira en torno a la aceptación masculina, el hecho de que un hombre ose ponerla en segundo plano frente a otra mujer o frente a cualquier interés mundano como el trabajo, el deporte o los hijos, la hará enardecer. Su confianza se desmoronará y la ira la dominará sin remedio. Sus celos son de tal magnitud que logran enajenarla casi por completo de ciertas realidades irrefutables para otros. Por ejemplo, se comporta como si fuera la mujer de Sean McNamara, el buenmozo cirujano de Nip/TUC, pero, lamentablemente, su marido se asemeja más al George Constanza de Seinfeld. Algunas mañanas revisa el historial de la PC para encontrar la pornografía que su abnegado marido (sí, George) mira furtivamente mientras ella finge que duerme a pata ancha. Regodeada en su hallazgo, se arremanga su vieja bata, caza el teléfono y lo llama a la oficina. A continuación lo cubre de insultos y cuestionamientos como: “¿Qué te hace falta en casa que buscás culos en Internet?” y ¿No ves que yo soy la madre de tus hijos?. Con las amigas, su inclinación no disminuye. Se enoja si su amiga de la primaria que aún la tolera decide variar un poco y salir con un antiguo compañero de la facultad. La celosa siente instantáneamente traicionada. Y, ojo, ella no olvida. Aunque haya pasado un año, en cuanto la ocasión se lo permita, retomará el tema con su otrora compañera de banco y reprochará: “Como esa vez que te fuiste con el forro de la facultad y yo me quedé re colgada mirando Canal Volver en casa”. Otro punto a destacar de su personalidad es la falta de sentido del ridículo. Es posible verla en la calle o incluso en ámbitos más reducidos como un ascensor (con gente) gritando a mandíbula batiente en la jeta de George: “Lo único que me faltaba es que le mires el culo a la hija de la del 8vo A”. El tipo, cuando ya no puede más, la abandona un tiempo y se va a lo de la madre. Ahí es cuando la conchuda celosa, “hace un click”. El temor palpable a la pérdida de su media naranja la hace tomar momentánea consciencia de sus errores. Con el caballo cansado, lo llama muy mansita, con voz de seda, y se deshace en ofertas de grandes transformaciones, llegando incluso a decir que es capaz de tolerar una relación abierta que contemple visitar con él el boliche swinger de calle Anchorena. Porque ella es tan extrema en sus celos como en sus promesas falsas. El marido vuelve con ella, conmovido por tanto altruismo, y no pasan más de tres semanas para que todo esté como era entonces. Ella es la conchuda celosa por antonomasia. Ella necesita sus celos como el resto del mundo necesita agua, y un cambio profundo y verdadero, le dejaría un vacío que no sabría cómo llenar.

sábado, 22 de mayo de 2010

Diccionario Conchudo parte 2




Corchetes: lamentables arrugas que aparecen -superados los 30 años y más que nada en rostros delgados- a cada lado de la boca.

Fumarola: Fumar marihuana en compañía o en solitario, sin temor a que el aromático humo se expanda por donde quiera.

Ice- Smoke: Fumar tabaco en la puerta de bares, cines, teatros, restaurantes, museos y todos los otros lugares públicos que han ninguneado este vicio al que algunas conchudas gorilas pro pulmones limpios califican como “de Unidad Básica”.

Morsa: persona-en general de sexo masculino - que no acude solícitamente a nuestro llamado y opta por pemanecer echada en un sillón

Noventero/a: Persona de treinta y pico que ha decidido seguir viviendo como si Carlos Menem aún gobernara nuestros destinos. Se droga con todo lo que le pongan delante y, en los casos más extremos, sigue vistiendo con el estilo anodino de Mulder o Scully, según sea macho o hembra.

Ochentero/a: Persona que va por la vida como si desconociera las utilidades del teléfono celular y el correo electrónico. Es de los que pasan por la casa de uno porque “estaba cerca” o insiste con "tomar un café" y "verse las caras".

Temblor de ojo: Lamentable tic que acucia a un reducido pero sufriente grupo de conchudas frente a un hombre que las atrae.

jueves, 20 de mayo de 2010

La conchuda Jefa


Es una bulímica laboral. Y es insaciable. En cuanto a los recursos humanos, nadie va a estar nunca a la altura de sus expectativas. De sus capacidades profesionales comprobadas, la de controladora es la más notoria. Es una directora con alma de empleada ascendida, que vive temiendo un mensaje “de arriba”. No es mística, sólo tiene miedo a la patronal. Elucubra que la llamada fatal, tarde o temprano, la despertará de este agridulce ensueño de ser la jefa. Mientras tanto, se desenvuelve como toda conchuda con algo de poder: mostrándose vulnerable sólo ante seres superiores a ella, tanto moralmente como -por sobretodo- jerárquicamente. Y, lógicamente, se ensaña con aquellos en posiciones débiles, en especial el personal de maestranza. Los denomina como “sub-humanos” u “orcos” y, puesta frente a ellos, nunca recuerda sus nombres o fisonomías, ya que sólo alcanza a visualizar una masa compacta en donde no podrían existir individualidades. El establecimiento en el cual trabaja posee sus cuatro pisos con problemas edilicios. La gerencia financiera pospone la mudanza a un nuevo edificio con emparchados de obra a cargo de empresas subcontratadas que ofrecieron un precio conveniente a cambio -tácito- de restar efectividad en su tarea. Además, los baños de la empresa están frecuentemente tapados. Tampoco se enciende la refrigeración so pretexto de filtros defectuosos y por ende se trabaja en oficinas/baño turco todos los veranos. Claro que en el piso superior, base de operaciones la Conchuda Jefa, se respira otro clima. Su secretario tiene catarro crónico debido a las bajísimas temperaturas del aire acondicionado que ella le hace encender aún cuando afuera haya 18 C. Víctima del escarnio y la sorna de absolutamente todos los empleados que están bajo su comando, a esta conchuda la llaman Eva Brown, Malco y Gorda Pedorra. En la empresa circulan, además, todo tipo de especulaciones sobre cada faceta de su vida, la cual es motivo de hilarantes conjeturas. Se la acusa de cocainómana, cornuda, adúltera, bipolar, sucia, avara y madre abandónica.Su único rasgo de humanidad tuvo lugar una tarde en la que comenzó a circular la amenaza de despidos, bajo uno de los clásicos eufemismos empresariales: reestructuración. Presa del pánico por la posibilidad de quedarse en la calle y volver a vender parcelas en "Cenizas del Pilar", la conchuda jefa decidió tomar la inciativa y adelantarse a los hechos. Pensó en demostrar su liderazgo ante la empresa y ante sus empleados. "Tomar la posta", pensó. Y en su fría mente sintió- es allí donde siente- que eso sería un buen aval anti despido.Escribió una carta dirigida al CEO de la compañía en la que se refería a la importancia del trabajo en equipo y la mística del grupo todo ilustrado con anécdotas de camaradería inexistentes que la incluían. Obligó a firmarla a cada uno de sus empleados con nombre, apellido y DNI. A continuación, llamó a su secretario e hizo que el esbirro la llevara al mandamás de la compañía. Cuando el tipo la leyó, inmediatamente abrió su mano derecha, abolló el papel y la llamó a su interno.-“Graciela: ¿que te pasa? ¿Te volviste escritora ahora? Ya te dije que tu oficina va a cerrar y que vas a quedar a cargo del archivo. ¿Todavía no le dijiste a la gente que pase por recursos humanos buscar su cheque? Hacelo y después subí que te espero. Dale Graciela, tengo que ver la mina que te dije y quiero que me elijas la corbata…

miércoles, 12 de mayo de 2010

La conchuda futura mamá

Ella no está embarazada, no. Ella ya es madre. Apenas tuvo un retraso, lo hizo saber a todas sus amigas. Y exactamente en el momento en que el evatest le dio positivo, ella dio a luz a su verdadero yo: el de ser una conchuda futura mamá. A cada “Qué bueno cuánto me alegro”, ella soltaba unos "Ayyy, sí", de puro éxtasis. Porque esta conchuda re-edita la felicidad del resultado positivo con cada felicitación. Luego, casi inmediatamente después, entre familiares, amigas y colegas, se advertirá cómo alrededor de la futura mamá habitan dos bandos, uno más nutrido que el otro. El que ella adorará es, lógicamente, el Comando Pro-ternura desmesurada, integrado por individuos de ambos sexos que, por ejemplo, la saludarán con un: “¿Y cómo anda la mami?” O mejor: “Y ese bebé cómo se porta, eh?”, tocando siempre la panza con sonrisas idiotas. Pero también la conchuda embarazada, se enfrentará al otro bando, el grupo de gente que luego de haberla felicitado por la noticia no tiene pensado hacer nada más al respecto. Algunos de ellos, tal vez en el nacimiento verdadero o al menos cuando transcurran los consabidos tres meses de gestación, le regalarán un babero, como mucho. A este grupo, la conchuda embarazada lo mirará con recelo, ensañándose en especial con las mujeres que lo integren. Gran parte de sus pensamientos y reflexiones junto al marido -o quien se vea obligado a oírla- serán del tipo descalificatorio hacia ese sector de su círculo. Hará simplificaciones maliciosas como “esas envidiosas" (si no tienen chicos), o "esas insensibles" (si tienen) o "aquellas resentidas" (si buscan el segundo o tercero y no llega). No hace falta aclarar que apenas la criatura nazca, cada una de las vicisitudes habituales, tanto las más insignificantes como las más esperables, serán comentadas hasta el hartazgo. Desde ya, a esta cruzada se sumará ese séquito despersonalizado de familiares y miembros cercanos del grupo pro ternura desmesurada. Las alternativas del recién nacido, serán filmadas y subidas a la web en forma de empalagosos blogs, cuyos links actualizados nos obligarán a enternecernos aún a costa de nuestros principios de libertad e independencia respecto de la conchuda futura mamá. También llevará al chico en su mochilita tipo canguro a cuanto evento para adultos la inviten, sin hacerse cargo de que la presencia de un bebé en un coktail, vernisagge o reunión de conchudas es de lo más inadecuada. Allí, para colmo, solicitará a los presentes que no fumen, que bajen el tono de voz y el volumen de la música, que encierren a las mascotas y que no digan malas palabras. La conchuda embarazada no dejará que surga naturalmente la empatía humana con un inocente. No. Ella cohesionará imponiendo, bajo lugares comunes y frases hechas, una ternura propia de programa infantil, vaciada de sentido, y que saca lo peor de las conchudas no embarazadas como una. No es justo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La conchuda ¿Hot?


Aún un día de frío transpira copiosamente. Suda hasta dejar impregnada su ropa de un intenso olor. A esta pobre chica el problema se le agudiza con la tendencia de las compañías textiles a reducir costos y utilizar géneros sintéticos en la confección de sus prendas. De esta manera, se le hace casi imposible repetir el uso de modelitos de Once que tanta satisfacción le dieron al momento de ser adquiridos, por su relación precio/diseño. Ya no tiene prácticamente acceso a marcas de características aspiracionales como las 4 o 5 donde sus amigas prósperas siguen comprando. No obstante, ni aún invirtiendo las fortunas requeridas por las etiquetas de moda, hallará una prenda de algodón que absorba como es debido todo el hedor que ella produce. Y no hay que pensar en desodorantes y en antitranspirantes, el problema es el nylon. Ese enemigo del planeta, esa inmundicia pergeñada por el humano capitalista en su versión más baja, la lleva a pasar momentos de mucha vergüenza y desazón. Frente al hombre de sus sueños y luego de una caminata de verano, el monstruo sintético activa su veneno para recordarle qué poco dura la felicidad. No se culpa a la natural acción de las glándulas sudoríparas, ellas hacen su trabajo-aunque algo cebadas por el impulso hormonal del organismo en circunstancias románticas- normal. En minutos y, por muy triste que suene, el galán advierte la situación y una sombra de reproche y estupor se cierne sobre su rostro. Inmediatamente y tras varios fruncimientos nasales que denotan ex profeso su molestia enuncia : “¿Es tarde no?”.
Perpleja, ella deberá volver a su casa con la vergüenza de ser una persona de bien cuya anatomía rechaza las abyectas formas de los procesos industriales que invaden la socialización y el desarrollo psicoemotivo y sexual de una mujer moderna. La hot, una a la que el Rexona sí la abandona.