Varias marcas líderes de cerveza modificaron sus envases. Abandonaron la vieja “chapita” para insertar una civilizada tapa giratoria. Parte de la brusquedad del rito cervecero se perdió con este cambio. Pero, por otro lado, resultó una medida práctica para muchos de sus consumidores: ya no hubo que pedir prestados destapadores o improvisarlos en marcos de ventanas. Esta cosa de cerrar o abrir algo con movimientos repetitivos y giratorios no es tan bienvenida en lo que respecta a la personalidad. Digamos que, ser a rosca, es opuesto a la practicidad. La mujer a la que involucra esta denominación es una suerte de ser hiperconflictivo. Una persona que jamás cesa en sus elucubraciones sobre absolutamente todo lo que la rodea y la enrosca. Sus pensamientos se comprimen para poder dar lugar a otros. Uno a uno se acoplan en forma de espiral dentro de su inflamada psiquis. La tipa es tremendamente jodida. Nada de aquello que ve o conoce es percibido por ella con simpleza. Ni siquiera un pan, ni siquiera el aire que la circunda, incluso la sonrisa de un niño ha despertado todo tipo de conjeturas y elucubraciones sobre la crueldad infantil y el tonto optimismo humano que la oculta. Todo merece una interpretación y un análisis. Su nivel de abstracción hace que antes de responder algo se justifique. Si, por ejemplo, alguien le pregunta de qué trabaja, ella dirá que ella “no trabaja”. Pero, enseguida se interrumpirá a sí misma diciendo que sí, que en realidad tiene “trabajos”. Y que, cada uno de ellos forman parte de “una actividad”, sí, porque prefiere decir que se “dedica a algo”, a una “profesión”, ya que “trabajo de” le “hace ruido”, hay cierta “peyoratividad” en las palabras, porque, asegura, “se es poco consciente” al preguntar “de qué trabajás”, ya que se advierte como natural, “se naturaliza”, la función supuestamente productiva” que “debe tener” una persona, y se lo valora como “positivo” al hecho de “ser parte” de una organización cuya pertenencia da sentido en la cadena de producción de la cual, “uno”, “el ser humano”, y “ni qué hablar la mujer”, es un eslabón anulado como individualidad, en su “espíritu único” y ciertamente “explotado” para satisfacer la necesidad de consumo. Enroscada, y enfervorizada, dirá que la connotación de automatismo que tiene el término “trabajo”, junto a decirlo así, “solo”, mencionarlo, “ a secas” no le gusta. Pero, no es que no le guste a ella “el trabajo”, porque, “el trabajo” es también hacer algo, esforzarse. Y a ella… a ella le encanta concentrase en algo. Darle vueltas, ajustarlo, reforzarlo con una vuelta más de rosca.
miércoles, 25 de agosto de 2010
domingo, 15 de agosto de 2010
Reflexiones conchudas sobre el amor (en duermevela)
“Esta relación es un contenido lleno de vacío”
“Esta relación es un espacio hedonista”
“Esta relación es un espacio hedonista”
“Yo me pongo de novia y me curo de todo”
“El radio taxi es la calabaza de la soltera”
“Una ruptura inspira más temor que papá descubiréndome un chupón en el cuello a los 12”
“Cuanto más producida anda una mujer, más inestable es su relación de pareja”
domingo, 8 de agosto de 2010
La bienpagá
Se destaca por estar siempre dispuesta a alinearse con el poder de turno, por más insignificante que éste sea. Actúa como una agente paga, eficiente y lista para engrosar las filas más garcas de cualquier situación. Tanto sea frente al bañero de la playa, ante la hermana mayor de una amiga, o con el marido de una prima sumisa, la bienpagá hará de la suyas. Con pequeños chistes o directamente en un tono desembozado, se hará notar como coequiper del sorete humano del momento. Adicta a las vigilanteadas, no tiene la astucia de una inescrupulosa clásica: su ignominia es la esperable en una mina de vuelo bajo, adicta al “deber ser”. La quieren los patrones, la aman las suegras, se entiende a las mil maravillas con los taxistas y llama por su nombre de pila al comisario del barrio. La sociedad, como monstruo que es, legitima todas sus agachadas. Porque la bienpagá defiende el establishment disfrazada de buena vecina. Su talento para el mal brilla en todo momento, en especial cuando haya un débil cerca, al cual denostar embadurnada de su pátina de corrección.
Suele repetir conceptos como los siguientes: “el pobre es pobre porque quiere”, “a la policía en este país no la dejan trabajar”, “el divorcio es un horror” y afirmar sin ponerse colorada que “el que nace cabeza muere cabeza”. Es retrógrada y al mismo tiempo está lejos de ser una persona de ideas firmes porque lo de ella es la alcahueteada lisa y llana, una tras otra; a ver si nos entendemos.
Un pueril, pero ilustrativo ejemplo de su personalidad acomodaticia se manifestará en cualquier lugar, como la caja del supermercado. La habitual lucha entre consumidor y empresa, esas pedorras batallas que cada tanto se desatan en los monstruosos centros de compras, la revelarán ante su entorno. Se aliará con la cajera primero y la supervisora después, quienes, entrenadas en los vicios de la des-atención al cliente, no se harán cargo de que el pago fácil sea un chiste por su dificultad, que los precios aumenten por más acuerdos de precios que se hagan y de que las ofertas sean tan acotadas y complejas que no merecerían ser promocionadas como tales. La bienpagá mirará con desdén a quien reclame por estos atropellos, le echará caras simpáticas a la supervisora e intentará suscitar alianzas malévolas con otros clientes a los que forzará a reflexionar sobre la base de su pseudo sociología. Les dirá: "la queja es el deporte nacional", o "es que hay tanta crispación". Otra situación que la puede tener como protagonista, se ambienta en la playa, bajo el dorado sol bonaerense. Allí en cualquier reducto de la horriblemente llamada "costa", la tipa detectará a alguna liberada que, algo alejada de la manada decida tomar sol sin soutien. Oh, Dios, pobre de esa dama de costumbres liberales. Al verla, la muy turra gritará "Hay criaturas"y comenzará a arengar a las familias tipo de sus carpas vecinas, hasta alimentar un run run de indiganción que correrá como reguero de pólvora por el balneario elegido por el jet set de nuestros comerciantes prósperos. Finalmente, junto a un grupo comandado por ella misma, se acercará con cara de pocos amigos y mirando hacia otro lado le dirá a la pobre descocada que se ponga el top o se retire inmediatamente del lugar.
Puede que también, en el marco de una jornada de 39 grados a la sombra y ni una gota de viento, sea la única en respetar la bandera de "Mar dudoso" que el quemado de turno olvidó retirar desde la última tormenta. Firme en su reposera se calcinará adroctinando al resto para no tocar el mar.
Buscará siempre al más aventajado en algo o a quien revista una mínima autoridad y llegará a sobarle tanto el lomo que la persona se preguntará “¿Por qué a mí?” o, en el peor de los casos, se creerá Gardel y actuará como un líder iluminado cuando no déspota.
La bienpagá solamente puede establecer relaciones amorosas y de amistad con personas cuyos egos necesiten de la adulación constante para no quebrarse. Que alguien soporte su horrible personalidad es el pago que ella recibe por poner el cuerpo y el alma al servicio de lo peor de la condición humana. Parece haber recibido al nacer un cheque en blanco de alguna "entidad de bien público" para aplicar su santurronería y su inconsciencia como modus operandi. Con esa batería de recursos buscará lograr el temor ajeno, disfrazado de respeto que tanto disfruta.
Suele repetir conceptos como los siguientes: “el pobre es pobre porque quiere”, “a la policía en este país no la dejan trabajar”, “el divorcio es un horror” y afirmar sin ponerse colorada que “el que nace cabeza muere cabeza”. Es retrógrada y al mismo tiempo está lejos de ser una persona de ideas firmes porque lo de ella es la alcahueteada lisa y llana, una tras otra; a ver si nos entendemos.
Un pueril, pero ilustrativo ejemplo de su personalidad acomodaticia se manifestará en cualquier lugar, como la caja del supermercado. La habitual lucha entre consumidor y empresa, esas pedorras batallas que cada tanto se desatan en los monstruosos centros de compras, la revelarán ante su entorno. Se aliará con la cajera primero y la supervisora después, quienes, entrenadas en los vicios de la des-atención al cliente, no se harán cargo de que el pago fácil sea un chiste por su dificultad, que los precios aumenten por más acuerdos de precios que se hagan y de que las ofertas sean tan acotadas y complejas que no merecerían ser promocionadas como tales. La bienpagá mirará con desdén a quien reclame por estos atropellos, le echará caras simpáticas a la supervisora e intentará suscitar alianzas malévolas con otros clientes a los que forzará a reflexionar sobre la base de su pseudo sociología. Les dirá: "la queja es el deporte nacional", o "es que hay tanta crispación". Otra situación que la puede tener como protagonista, se ambienta en la playa, bajo el dorado sol bonaerense. Allí en cualquier reducto de la horriblemente llamada "costa", la tipa detectará a alguna liberada que, algo alejada de la manada decida tomar sol sin soutien. Oh, Dios, pobre de esa dama de costumbres liberales. Al verla, la muy turra gritará "Hay criaturas"y comenzará a arengar a las familias tipo de sus carpas vecinas, hasta alimentar un run run de indiganción que correrá como reguero de pólvora por el balneario elegido por el jet set de nuestros comerciantes prósperos. Finalmente, junto a un grupo comandado por ella misma, se acercará con cara de pocos amigos y mirando hacia otro lado le dirá a la pobre descocada que se ponga el top o se retire inmediatamente del lugar.
Puede que también, en el marco de una jornada de 39 grados a la sombra y ni una gota de viento, sea la única en respetar la bandera de "Mar dudoso" que el quemado de turno olvidó retirar desde la última tormenta. Firme en su reposera se calcinará adroctinando al resto para no tocar el mar.
Buscará siempre al más aventajado en algo o a quien revista una mínima autoridad y llegará a sobarle tanto el lomo que la persona se preguntará “¿Por qué a mí?” o, en el peor de los casos, se creerá Gardel y actuará como un líder iluminado cuando no déspota.
La bienpagá solamente puede establecer relaciones amorosas y de amistad con personas cuyos egos necesiten de la adulación constante para no quebrarse. Que alguien soporte su horrible personalidad es el pago que ella recibe por poner el cuerpo y el alma al servicio de lo peor de la condición humana. Parece haber recibido al nacer un cheque en blanco de alguna "entidad de bien público" para aplicar su santurronería y su inconsciencia como modus operandi. Con esa batería de recursos buscará lograr el temor ajeno, disfrazado de respeto que tanto disfruta.
jueves, 5 de agosto de 2010
Conchudeces sobre los géneros proferidas en pasillos de oficinas y fiestas
“El hombre que cambia de modelo de auto seguido es inseguro sexualmente”
“Los hombres que te abren la puerta son buenos en la previa sexual”
“Los maridos pollerudos suelen ser infieles en potencia”
“Los hombres que te abren la puerta son buenos en la previa sexual”
“Los maridos pollerudos suelen ser infieles en potencia”
"Mi gato es como un marido: está de joda toda la noche y durante el día duerme. Por eso no me caso”.
“Las mujeres fanáticas de la limpieza y el orden son sádicas en la cama”
“Las mujeres que no se maquillan son multiorgásmicas”
“Las mujeres que usan mucho maquillaje son mentirosas”
“Lo más hot que pude ver una mujer en tevé es un Boca - Estudiantes que incluya notas en los vestuarios”.
“Los implantes mamarios anteceden a la conducción del programa de cable y éste, al profesor de tenis”
“El exceso de exposición solar es sinónimo de insatisfacción sexual y depresión.”
“El uso obsesivo y recurrente de la planchita, también.”
“Las mujeres fanáticas de la limpieza y el orden son sádicas en la cama”
“Las mujeres que no se maquillan son multiorgásmicas”
“Las mujeres que usan mucho maquillaje son mentirosas”
“Lo más hot que pude ver una mujer en tevé es un Boca - Estudiantes que incluya notas en los vestuarios”.
“Los implantes mamarios anteceden a la conducción del programa de cable y éste, al profesor de tenis”
“El exceso de exposición solar es sinónimo de insatisfacción sexual y depresión.”
“El uso obsesivo y recurrente de la planchita, también.”
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