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sábado, 24 de abril de 2010

La Conchuda Caníbal

Parece encantadora. La mayoría de los hombres caen a sus pies apenas la conocen. Nunca tuvo trabas para ser aceptada por tipo alguno. Es atractiva, inteligente y, sin embargo, todas sus relaciones siguen fracasando y nadie sabe bien porqué. Es que el problema de este tipo de mujer es que sólo manifiesta su conchudez en la intimidad de la pareja. Ella va de a poco, no revela de una al monstruo que hay en su interior. Comienza con detalles vanos como observar los cds del auto de su nueva presa para correr a Musimundo a adquirir los mismos. Más tarde, se quejará con sus amigas de que él no la llame en los horarios en los que ella está libre y deseosa de oír su voz. Cuando se ven y tienen sexo, ella lo dejará exhausto y durante el acto repetirá en sus oídos su frase de cabecera: “Te comería”. Él, halagado, se sentirá adolescente otra vez al examinar en el espejo los chupones que le deja su novia. Son días de pasión y locura para ambos, de cama y sillón; mesa y piso, todos pueden ser espacios para el hedonismo más arrebatado. Sin embargo, pronto el hombre elegido por la caníbal lamentará no haber interpretado las señales que anunciaban el temporal. Porque todos sus raptos pueden parecer extravagantes mensajes de amor: la caníbal no le hace asco a los pasacalles, a los anuncios en el diario, a los llamados a la madrugada, a los regalos costosos, a las fiestas sorpresa, a los larguísimos trayectos en taxi para poder verlo 5 minutos...La lista podría seguir por siempre jamás. Estos gestos, que para cualquier otra mujer serían heroicos o directamente anormales, constituyeron su modus operandi con los hombres desde los 16 años. Cincuenta y dos minutos de taxi para verlo en el entretiempo de su fútbol 5, para ella no es esfuerzo alguno. Sus amigas conchudas utilitarias se han puesto a calcular el dinero lleva invertido en sus relaciones y calculan que podría comprarse medio dos ambientes. Como es un barril sin fondo emocional, dilapida sueldos íntegros en cada uno de sus noviazgos. Ella prepara inconcientemente un banquete en el que el plato principal es el candidato en cuestión. Es una delicia que sabe cocinar muy bien. Busca a su presa y la engatusa para e poder quebrarle el pescuezo y llevarla, sangrante, a la cocina donde la embeberá en untuosas preparaciones y aromáticas especias, la dorará a fuego lento durante horas. Una vez cocida, ella la servirá a su gusto y la saboreará extasiada, para, vorazmente, dejar sólo algunos huesos pelados. Luego, y a medida que el recuerdo del sabroso plato se haga más débil, volverá al corral a elegir un nuevo amor que la satisfaga generosamente un tiempo más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo, si me cruzo con una caníbal, no escapo. Después de todo como dicen uds, "es ancantadora"