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miércoles, 8 de septiembre de 2010

La conchuda terrenal


Los términos "intuitivo", "intangible" y "espíritu" no entran en su vocabulario habitual. Ni siquiera en sus sueños y fantasías, ya que no tiene. No tiene de verdad, aunque cueste creerlo. Algunos no saben bien desde cuándo ella ha dejado de imaginar, de fantasear, de pensar en que hay “algo” más allá de las cosas materiales. Pero todos ven como vive su día a día bajo un lema tácito que parece ser: “Sólo creo en aquello que veo y toco, nada de cosas raras, por favor”. La conchuda terrenal no hará caso de nuestras perspicacias, no se enganchará cuando le hablamos de casualidades y nos desdeñará abiertamente cuando insinuemos que somos capaces de “llamar” a alguien con el pensamiento o la mirada. Ella será sufrida y necia como un militar. Ante cualquier cosa que se ubique un centímetro más arriba del suelo, ella será siempre igual de pragmática. Esta condición de persona aferrada 100 x 100 al mundo tangible puede serle útil para sus objetivos laborales, por ejemplo, pero también la convierte en alguien prácticamente incapaz del goce sensible. En su afán por dejar de lado cualquier tipo de superchería, dogma religioso y conexión con lo trascendente, la Conchuda Terrenal ya no puede ni siquiera disfrutar de un buen disco, pues su cabeza está tan pero tan atada a la tierra que ni el vuelo mínimo que la música supone se le hace asequible. Pero quien la conoce desde hace tiempo, sabe que ella supo ser otra, supo, como toda conchuda de adolescente, hacer cuadrar en su cabecita los signos del acontecer para convencerse de un chico la quería, supo fantasear con una vida loca, loca, supo pedirle éxito a una Fuerza superior a la hora de dar un examen. Supo “creer”, con mayúsculas. Todo hasta que aquel noviecito que tanto le gustaba la dejó así, arteramente, por una de sus más íntimas amigas, y encima en el viaje de egresados. Entonces ella, conciente o inconscientemente (conciente, porque en lo Inconciente ella prácticamente tampoco cree) tomó la decisión de anestesiarse, de hacerse impermeable a cualquier influjo que no se pudiera dominar con las propias manos, con la vista o el olfato, cualquier cosa que excediera las capacidades físicas e intelectuales aprobadas por todos. Y así se fue haciendo cada vez más fría, más cerrada, más opaca, más terrenal. Porque para ella lo espiritual está peligrosamente cercano a lo emocional, ya que se trata de dos cosas que no se pueden tocar. Entonces, al carajo los sueños y las ideas de conexión con lo divino y, de yapa, al carajo con las ideas de conexión con los hombres también.

4 comentarios:

Molina dijo...

Soy perfectamente capaz de soportar a una conchuda causa, incluso una esotérica Squirru Ludovica con almanaques astrológicos del Unitorco, antes que la terrenal asi como la plantearon.

Disiento con la causa del novio abandónico adolescente como explicación de su hibridez.

Por ese tipo de conchudas es que sujetos como yo somos habitué de barras trasnochadas o de putis club.

Hipotermia dijo...

y ahora tiene que venir la conchuda intelectual, no?

Jo-Tsé dijo...

Mierda! que buena síntesis! Pero, la falta de vuelo, no es el síntoma del 80% de la mujer de clase media?
No es la modalidad del dogma negativo de la burguesía, que en lugar de creer fervientemente, NO cree con pasión, que la naturaleza no existe?

N y A dijo...

Molina! You´re back. (¿Te parece tilinguísimo que mechemos vocablos en inglés ¿verdad?) Bueno, aceptadas las críticas, y recurriendo a nuestra más extrema conchudez, te aconsejamos dejar de la dos las barras y los puteríos