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domingo, 28 de febrero de 2010

10 bajezas inconfesables de una conchuda


1- Añorar en secreto el 1 a 1.
2- Mirar de refilón la contraseña web de alguien.
3- Sentirse sexualmente atraída por Samuel “Chiche” Gelblung.
4- Tener recurrentes fantasías eróticas con el obstetra, mientras él sólo sueña con Jessica Cirio.
5- Hacer llamadas a celulares y larga distancia únicamente desde el trabajo o desde la casa materna/paterna.
6- Dedicarle mohines y coqueteos al jefe de personal de una compañía a la que se quiere pertenecer.
7- Tener a menudo salidas verbales muy similares a las de Karina Jelinek.
8- Hablar de un tercero y aclarar que es morocho, gay o judío.
9- Hacer un “polaco” (lavarse pies, genitales y sobaco)en lugar de bañarse
10- Salir con amigas menos lindas para destacarse.
11- Fantasear con que se gana el Martín Fierro y practicar un discurso de agradecimiento.

viernes, 26 de febrero de 2010

Canasta básica de la conchuda K



-Alfajores Guaymallén (muchos sabor FRUTA)

-Agua saborizadas IVESSCORMILLOT. Compra de a 10 botellas en los minimercados chinos en solidaridad, ya que las multinacionales Coca y Pepsi impidieron la distirubucíón de estas bebidas en los híper.

- Pan lactal marca Pan lactal. Siempre detestó a BIMBO.

- Toda la línea de lácteos " Estímulo"
y, cuando está hormonal, carga un pote de dulce de leche "Fortuna"

- Papa fraccionada acuerdo con el gobierno


- Mermeladas "Eneth"


Mientras recorre las góndolas lanza comentarios en voz bastante audible para alertar al consumidor común de la rapiña que caracteriza a las primeras marcas. Del estilo de "otra vez aumentó pero si en la reunión del viernes se les pidió que no asfixiaran más al pueblo". A veces agrega "hay que ver bien lo que uno compra para FRENAR la especulación", y empuja su carrito lanzando miradas cómplices junto a su prédica política de base. Algunos de los tantos turistas con los que se cruza ya la han observado con interés. Y hasta uno le dijo que quería incluir su experiencia en su tesis sobre "Fuerzas y movimientos sociales en la Argentina post 2001".

miércoles, 24 de febrero de 2010

La conchuda vegetariana

Nos preguntamos quién se cree que es para hacernos sentir tan mal ante un bifecito de chorizo. ¿Cómo hizo? ¿Cómo logra resistir las sanguíneas tentaciones que deleitan y definen a los argentinos? ¿Es para hacerse la extranjera? ¿Es un desorden alimenticio disfrazado de cuidado de la salud? ¿O es por puro gusto esto de importunar a otros con sus hábitos? El caso es que no sabemos a ciencia cierta qué paso con esa amiga querida que nos abandonó. Aquella que tenía el freezer lleno de cachos de vacío y osobuco, la misma que le entraba a las milanesas y al asado más que nuestros padres y maridos. Porque así, de un día a otro, cambió. Empezó a fastidiarnos cual Lisa Simpson con que la carne es muy dañina y a ilustrarnos con información sobre los horrendos modos de crianza de plumíferos varios no sin dejar de detallar las humillantes muertes eléctricas que reciben las vacas. Ya no podemos andar tranquilas por la ruta o mirar los ojos de un rumiante sin que -aunque sea a un nivel muy, muy inconsciente- se nos cruce su carita: “Mirá que les ponen picanas”. Ella está ahí, libre de culpa y cargo, mientras el resto seguimos bajo los preceptos de la cultura nativa que tanto nos machacaron. No cambiamos como hizo esta conchuda, a nosotros sí nos “gusta comer muertos”. Y luego pensamos: ¿Acaso ella no usa cuero?¿Sabe, a ciencia cierta, si las verduras no sufren antes de bañarlas en oliva y deglutirlas? ¿No se da cuenta que el vegetarianismo es una moda de Palermo? Y seguimos especulando: ¿Es lo mismo la vida sin un asadito los domingos? ¿Quién no ama esa sensación de pesadez que sobreviene a la dosis proteica de nuestros parientes lejanos? Y en esas cavilaciones andamos en el restorán, mientras miramos la lista en busca de algo que comer y el recuerdo de la veggie nos mortifica. No es lo mismo la suprema Maryland desde que nos contó de un dudoso viaje a unos –noqueremossabershhhbasta- criaderos de pollo llenos de luces en donde los pobres bichos permanecen estoicos ante su destino de inmovilidad y hacinamiento. ¿Para qué saber esas cosas? ¿Con qué necesidad? En la ignorancia alimenticia se vive mejor. Si no, miremos como anda ella, sin un puto glóbulo rojo: pálida y ojerosa, soñando con un pastel de papas que le habla y le dice: “comeme, comeme…”. Nosotras por nuestra parte, llamamos al mozo "¡Querido, un bife a caballo por favor!"

domingo, 21 de febrero de 2010

La conchuda hormonal



Así como hay gente que rige su vida por la astrología, hay quienes, tal vez más excéntricos aún, lo hacen con otros parámetros. Es el caso la conchuda hormonal, una mujer que está convencida de que todo lo que le acontece se relaciona en forma directa a los vaivenes de su sistema endócrino. No conforme con sufrir el síndrome pre-menstrual que afecta al común de las conchudas, ella padece los 30 días del mes una amplia gama de síntomas que, asegura, signan su comportamiento de manera drástica e irremediable. En tanto la mayoría de las mujeres sólo se deprimen o sufren molestias los días previos al período, ella es capaz de experimentar, cada uno de los 365 días del año, un abanico de síntomas generadores de emociones variopintas. Si está ovulando dice que, además de tener distensión abdominal, se encuentra terriblemente proclive a la excitación sexual. Entonces, si tiene novio o marido, abusa de él durante 4 o 5 días con la lascivia de un preso, para pasar luego a la fase post-ovulación donde la calentura merma por completo y la hormonal comienza a sentirse indiferente y hasta un poquitín existencialista. “Todos vamos a parar al mismo tacho cuando morimos” o “La gente vive en el error”, son algunas de las frases con las que puede deleitar en esos momentos. Lo concreto es que esta mujer pasa sus días entre picos de histeria, alegría maníaca, ideas suicidas, energía desenfrenada y cansancio paralizante, pero jamás se hace cargo de ninguna de estas cuestiones porque ella no tiene la culpa. La culpa es de las hormonas. Así que si está triste sin razón, son las hormonas, si está exaltada y peleadora, también. A pesar de lo aterrador del cuadro psicológico de una conchuda de esta categoría, ellas suelen tener un tipo al lado. Por lo general, se trata de especímenes que conciente o inconcientemente poseen cierta voluntad de sufrir o la característica de ser “hombres ente”. Son aquellos tipos bastante indiferentes a todo, que viven en su propio mundo, impermeables a los impulsos cambiantes y perturbadores de su pareja. A favor de la hormonal, pueden decirse, sin embargo, varias cosas. Cuando sus hormonas se alinean (robamos vocablos a la astrología) puede llegar a ser una amante creativa y desprejuiciada y una compañera de juerga con el aguante de Guillermo Cóppola al Diego en sus años dorados. También resulta una trabajadora tenaz y rendidora. Pero si los astros –perdón- los estrógenos y la progesterona-, sufren los desórdenes habituales, la nostalgia de algo que no sabe bien qué es, las ganas de tener 8 años de nuevo y la firme intención de matar a su propio gato, constituirán nuevamente su vertiginosa realidad.

lunes, 15 de febrero de 2010

La conchuda pirata



Tiene dos celulares, varias cuentas de e-mail y dos en Facebook . Está casada, tiene dos chicos y “sale mucho con las amigas”. También, ríe con conocimiento de causa frente a las películas de Olmedo y Porcel. En lugar de emular a su padre médico, ha decidido reinvidicar la conducta de su tío Tito, una leyenda casanova del barrio de Floresta. Conduce un auto con vidrios polarizados equipado con un poderoso sistema de parlantes, provisto además de un aromatizador automático fragancia coco. Ostenta distintos looks en los que alterna el estilo rock star, el retro carnoso a lo Natalia Oreiro y el pseudo teen tipo Cris Morena. Si de casualidad manda un mail a sus amistades, éste consignará promociones en lencería, happy hours, ofertas de sex toys o podrá ser una de esas cadenas con chongos en bolas y chistes verdes. Es que esta conchuda tiene un humor muy burdo y es una defensora a ultranza del doble sentido. En cuanto a otros aspectos de su conducta pirata, cabe señalar que existen algunos que por su tenor, producen suspicacias aún en el ojo menos avezado. Por ejemplo, si recibimos un llamado a deshora en el que nos pregunta cómo nos sentimos, y a pesar de que le aseguremos nuestro óptimo estado de salud y anímico, ella levantará la voz y nos dirá , "Uy ya salgo para allá ”. Luego, lógicamente, no aparecerá en casa pero dejará confusos mensajes en el contestador. En otra ocasión, la cruzaremos lejos de su domicilio de casada, vestida de cocktail a las once de la mañana y con alarmantes ojeras. Otro día, un sábado más precisamente, una estará buscando algún repuesto por la avenida Warnes y nuevamente la veremos, increíblemente producida, girando el cuello de izquierda a derecha mientras abre la puerta de un taxi. Todo esto, sumado a su conocimiento sobre los mejores telos, con sus estilos y ubicaciones, nos confirma que estamos ante una rotunda conchuda pirata, aunque ella no lo revele jamás. No por falta de confianza es que se resiste a la confesión, no. Tiene sus razones que,obedecen a una combinación de factores. El primero es evitar hacernos cómplices de su doble vida, lo cual, ciertamente, es un alivio. El segundo, se relaciona con el pudor liso y llano que aún le queda como vestigio de su anterior vida de mandatos y temor al qué dirán. En cuanto al tercero, creemos que obedece a su condición de pirata más pura: como ella conoce el "negocio" y sus riesgos, lo mejor es callar.
Las “reuniones” no tienen horarios, el “plan de negocios” es incierto y ella, como “accionista principal”, se siente muchas veces “sobreexigida y agotada”. Ciertas noches, cuando se saca la pintura y se pone la joggineta, le sobreviene una desazón enorme. Como el artista que se quita el maquillaje tras la función, la pirata debe enfrentar su más profundo temor. Al llegar a casa, la espera el miedo más fuerte: enfrentarse a su propio vacío cotidiano, ese del que tanto huye.

viernes, 12 de febrero de 2010

La fóbica


Éste es un tipo de conchuda que ha caído en desuso, ya que era más habitual en la década del 70. Sin embargo, alguna que otra queda. Su rasgo principal es la falta de registro de su propia imagen ante los hombres. Para colmo, está convencida de poseer cierto brillo intelectual que la exime de tener que ser coqueta. Un ejemplo que grafica su extraño proceder: quiere estar en Facebook para enganchar tipo, pero se resiste a subir una foto que muestre algo más que una mano borrosa. No es por fea que lo hace, es por fóbica. Cuando sus amigas le dicen que se arregle y se saque una foto digna de ser mostrada en una red que se denomina FACE (cara) book (libro), ella se niega rotundamente y sigue apareciendo su mano borrosa como todo concepto visual representativo cuando se la busca en el mencionado sistema social de Internet. “¿Por qué?” Le dicen las amigas, y ella argumenta que no hay necesidad, que entre sus gustos, puso a los escritores, directores de cine y músicos que prefiere, la foto con su cara no hace falta. La conchuda fóbica es compleja, no hay un ejemplo que la pueda terminar de pintar. Pasemos, pues, a otro: Se va de viaje a Italia, sola, claro está. Ve a un tano musculoso y rubicundo sentado fumando en un banco de plaza. Mientras cualquier otra conchuda se arreglaría el pelo, se comería un Halls y se acercaría como quien no quiere la cosa a ver si el tipo pica, la conchuda fóbica decide hacer las cosas a su modo: Con el gorro de zafari que tan mal le queda, un sandguche de proshiutto oloroso en una mano y una lata de coca cola en la otra sin sorbete, se sienta al lado del tano displicentemente y le pregunta en un cocoliche impresentable qué va a hacer esta noche. Además, le pide que apague el cigarrillo porque el humo le molesta. El tipo huye a sentarse en otro banco y la conchuda se ríe de la escena, ya que otro de sus rasgos es burlarse de su costumbre de vivir como en un filme del dogma, sin luces ni pompas que esteticen las imágenes, pero con giros de guión inesperados. “No estoy capacitada para tener hijos”; “Cuando yo acabé, me paré y me fui porque el tipo era un fiasco” y otras frases de dudoso calibre feminista son las que dispara en sus charlas, siempre elocuentes y animadas. El tipo de hombre que le gusta está siempre fuera de su alcance. Indefectiblemente. Porque, aunque nunca se atreva a reconocerlo, la vida de pareja es el motor de su fobia. Imaginarse la realidad del amor y su construcción la deprime. Se siente muy segura en su soledad, pero no lo reconoce. Ella prefiere pensar que genera fobia en los hombres vaya a saber por qué, a asumir que tiene pánico de enfrentarse a la vida con una pareja, novio o marido de carne y hueso, un tipo que tarde o temprano, con su torso peludo, su cabeza rala y su panza cervecera, le dirá: “Traeme el control remoto”.

La anti age



Su rostro permanece intacto a pesar del transcurso de los años. Sus pechos, turgentes. El pelo, tan libre de canas como de tinturas. Ostenta un cuerpo fibroso a pesar de no conocérsele afición alguna por la actividad física. La ausencia de decrepitud se expresa hasta en los más mínimos detalles: nunca tiene ojeras, luce un tono rosa aniñado en sus mejillas y sus dientes parecen de leche. Es tal la envidia que despierta su impúdica juventud en el resto de las mujeres, que sobre el tema no tardaron en tejerse conjeturas en un afanoso intento por descubrir la causa de su notable lozanía. “Algo siniestro oculta ” se repite a sus espaldas. La habladuría más habitual, señala a la Anti Age como a una gran ocultadora de datos relacionados al mundo de la estética. Se rumorea que hace viajes relámpago a lejanos centros de rejuvenecimiento, provistos de la más alta tecnología . Pero, lo que más inquieta de esta conjetura, es no imaginar cuál sería su modo de financiamiento. Se sabe que la anti age carece de recursos suficientes para hacer frente a tan onerosos itinerarios. Pero, no obstante existen voces que aseguran tener la respuesta a este interrogante. Lapidarias, algunas conchudas sostienen que ella obtiene el dinero que solventa su fuente de eterna juventud a partir del oficio más viejo del mundo. Pero, a su vez, dentro de este grupo hay una facción moderada que disiente con la versión de la prostitución ortodoxa, para acuñar una nueva teoría. Esta última postura, más cauta, plantea que la Anti Age recurre a un único cliente. Se trataría de un anciano millonario que operaría como benefactor y, al tiempo, sería un natural usufructuador de los beneficios de su inversión. Gracias a esta relación, la anti age podría erogar el dinero suficiente para los costosos tratamientos. Pero, además de los grupos mencionados con sus teorías y respuestas al interrogante de la eterna adolescencia, existe una suerte de elite cuya posición, podría decirse, como un poco más extrema. Es un grupo de mujeres que se inclinan a creer que hay un horrible secreto con el que ella alcanza la maravillosa apariencia cuasi infantil. Esta teoría esconde una historia detrás:
Érase una noche en la que la fundadora de esta corriente (la corriente que dice que la anti Age esconde un horrible secreto), completamente desvelada, se acercó a su biblioteca en busca de algo con qué distraerse. De un estante, misteriosamente, cayó un ejemplar de una novela cuya lectura revelaría el porqué de la belleza y juventud inagotables de su amiga. Las páginas de ese libro relatan la vida de Erzébet Bathory, una condesa húngara que inspiró a la novela “La condesa sangrienta” de la escritora francesa Valentine Penrose. El libro narra la truculenta historia real de una aristócrata nacida en Transilvania, quien, un día, por accidente, descubrió que su piel quedaba lustrosa luego haberse salpicado con sangre proveniente de la herida de una joven doncella.
A partir de este episodio, las mujeres de la elite extrema que rodea a la Antiage sostienen que ella haría exactamente lo mismo que la condesa mencionada. Todas comentan a sotto voce que la anti age obtiene su elixir humano de modos que nadie desea conocer, porque, por suerte, confían en encontrar trocar a sus maridos por un buen anciano que las proteja, con su fortuna, de hacer cosas tan espantosas como esas.

miércoles, 10 de febrero de 2010

La erotizada


La decoración de su casa se caracteriza por estar dispuesta al ras del piso. Allí funciona su campo de operaciones, que siempre es horizontal. Abundan los almohadones, las mesas ratonas, los puff, el terciopelo y los tonos de borravino. Al abrir la puerta de entrada, lo primero que se ve es una reproducción de "El beso" de Kilmt, iluminada por una dicroica. Una alfombrita como de peluche rojo sangre nos avisa que debemos sacarnos los zapatos. En la casa de la erotizada, of course my dear, se anda descalza. El ambiente tiene la atmósfera enrarecida de un albergue transitorio y sus propias leyes espacio temporales. Siempre arderá un hornito de barro con algún aceite esencial; suele preferir la fragancia "Reina de la noche". También hay testimonios de sus viajes inciáticos por el mundo que se evidencian en esculturas fálicas, mantas dispuestas voluptuosamente sobre los sillones y extraños instrumentos musicales. Ella siempre se presenta ante la gente con sus movimientos felinos y su voz ronca. Nunca está apurada y es exacerbadamente afectiva en cualquier circunstancia. Es de dar besos y abrazos perdurables e inquietantes a cualquiera y por cualquier razón. Con su propio cuerpo mantiene una relación de contacto casi permanente: se acaricia las pantorrillas, se revuelve el pelo, se frota los muslos. Ama los masajes en cualquier momento y lugar y no usa jamás corpiño. Se divierte en el piso con los niños ajenos, adoptando posturas que remiten más al Kamasutra que a las coreografías de Hi Five. Vive su sexualidad sin frenos. “El sexo es salud”, pregona, y sus altas defensas lo demuestran: jamás se enferma, jamás se queja, jamás se deprime. Sus únicos problemas son relativos a cuestiones económicas, profesionales o familiares, comunes a todos los seres humanos. Su líbido es su más alto y preciado valor a custodiar y a alimentar. Nunca entenderá porqué existen mujeres a las que les duele la cabeza, tienen sueño, o requieren de una seducción especial para desenfrenarse en la cama. Su conocimiento sexual es muy precoz. Durante toda su infancia expandió sin miedos su sensorialidad y exploró genitales propios y de otros niños y niñas, concienzudamente. No importó cuánto su madre y abuela le dijeron que parecía una perra alzada tocándose todo el día, ella, desde muy chica, evitó ningunear el cuerpo y sus placeres, guiada firmemente por una personalidad tempranamente arraigada en lo erótico y sensual. No pretende hacer escuela con su actitud, es sólo algo que aflora en ella y que logró hacer fluir con naturalidad. Hace cosas que no le permitiríamos jamás a otra amiga, como cambiarse de ropa delante de nuestro marido o saludar con un piquito a su sobrino de trece años. Es tan sincera en su actitud que se le perdona todo, incluso su descontextuado amor por la lambada. El día que la acompañamos a un antro en el que esa danza persiste, con tan sólo verla moverse como pez en el agua entre los cuerpos de ébano nos bajó el entusiasmo de una piña: y es que erotizada no se hace, se nace. Gracias que siempre sirven feixoada y caiporshka.

La conversa


Hubo un tiempo que fue tenebroso: aquel que "la conversa" mantiene oculto bajo siete llaves en su curtido inconsciente. Una época de tardes en Pumper, devorando hamburguesas con fruición, acompañadas de sendas frenys y abundante coca cola. Las mañanas de pan con manteca y dulce de leche, los vasos de Nesquik con cucharadas soperas de azúcar agregadas innecesariamente y un sinfín de menús similares que su tóxica y abusiva madre le servía. Eran años de sufrimiento y oprobio escolar que no quisiéramos detallar aquí. Para qué hacer sufrir al lector recordando la maldad de la infancia, esa instancia de la vida en la que la sociedad se representa a escala chica en los odiosos compañeritos de clase. Esos pichones de garcas que la señalaban por su incipiente obesidad, quienes probablemente más tarde ayudarán a pudrir aún más la farsa del sistema en el que nos hallamos insertos como individuos a través de su espíritu competitivo aprendido con tanto rugby y constantes lecturas de Sports ilustrated. En fin, lo cierto es que nuestra amiga padeció aquellos años como nadie, pero creció y hoy tiene algo más de treinta. Y, por supuesto que es flaca. Lo suficiente como para que nadie siquiera adivine los años de carbohidratos mencionados. Es, además, es bastante exitosa como arquitecta y lleva adelante numerosas obras junto con un grupo de socios. Cabe consignar que el estudio que integra es muy cool, son chicos y chicas de vestimenta colorida, anteojos de nerd y andar relajado. Todos con gran afición por el diseño, el diseño aplicado, a todo eso que implique la forma por delante de la función. La ropa, los muebles de sus casas, todo es de diseño. Está claro, “diseño” es la palabra que más usan. Todos fanáticos de Gaudí o de Mario Roberto Alvarez, según lo que resulte más sofisticado, retro y original en cada oportunidad. Un día, en el estudio éste; Tomás, uno de ellos, recibió de regalo una reproducción de una escultura. Se le ocurrió llevarla a la reunión general que tenía lugar en la espaciosa, luminosa y racionalista sala donde se celebran los encuentros de la empresa.
- ¿Y eso?, le preguntó Agustina.
- Ah, jajaja, esto un Botero. Me lo regaló un cliente.
- Noooo, no podés
- ¿Qué? ¿Qué tiene?
- Que me da risa… No sé, las obras de ese pibe me causan gracia.
- Bueno, no será un Rodin, pero Botero tiene lo suyo, tanto gordito se ve que le garpa, ¿no?
- (En ese momento entra a escena "la conversa", quien mira la reproducción del Botero como si se tratara de observar a un pedófilo) ¿Y eso?, pregunta con gravedad.
- Ah, le estaba contando… me regalaron un Botero , fake, eh
.- Saquen eso- dice la conversa, casi gritando.
- Eyyy!!! ¿Qué pasó?. le responde Tomás.
- Que no quiero ver a un gordo acá en la mesa.
(Perplejidad general)
- No me gusta la obesidad- intenta explicarse..
- No, claro, pero tampoco discriminemos. Es arte.- le responde Tomás, nuevamente.
- (Gritando como Alterio en Caballos Valientes) ¿Arte? ¿Arte esa mierda?. ¿Qué sabe de arte ese tipo, Botero?Arte es hacer dieta, arte es ser flaco, arte es sobrevivir los fines de semana, las fiestas, los cókcteles, el olor de las panaderías, las publicidades de alfajores, evocar un panqueque y acabar, pensar en piletas de dulce de leche y crema, y nadar en ellas con dificultosa pasión. Arte no es lo que reivindicar la fofedad y la amorfia de seres infelices que no tienen voluntad, que es lo que son los gordos. Un asco. Y ahora, mirá lo que hago con esta poronga: (Crash, el gordo al piso). ¡Lo rompo todo!.
(Los socios, todo el grupo, permanecía inmóvil. Tomás miró a la puerta y vio cómo la secretaria se levantaba de su silla Luis XV de acrílico transparente para ver qué pasaba.)
Con movimientos inusualmente nerviosos, la conchuda conversa pateba los restos de la escultura y sin levantar la vista concluyó la escena: "Bueno, basta, después que alguien junte esto..Ahora hay que hablar del nuevo proyecto en Villa La Angostura".