Éste es un tipo de conchuda que ha caído en desuso, ya que era más habitual en la década del 70. Sin embargo, alguna que otra queda. Su rasgo principal es la falta de registro de su propia imagen ante los hombres. Para colmo, está convencida de poseer cierto brillo intelectual que la exime de tener que ser coqueta. Un ejemplo que grafica su extraño proceder: quiere estar en Facebook para enganchar tipo, pero se resiste a subir una foto que muestre algo más que una mano borrosa. No es por fea que lo hace, es por fóbica. Cuando sus amigas le dicen que se arregle y se saque una foto digna de ser mostrada en una red que se denomina FACE (cara) book (libro), ella se niega rotundamente y sigue apareciendo su mano borrosa como todo concepto visual representativo cuando se la busca en el mencionado sistema social de Internet. “¿Por qué?” Le dicen las amigas, y ella argumenta que no hay necesidad, que entre sus gustos, puso a los escritores, directores de cine y músicos que prefiere, la foto con su cara no hace falta. La conchuda fóbica es compleja, no hay un ejemplo que la pueda terminar de pintar. Pasemos, pues, a otro: Se va de viaje a Italia, sola, claro está. Ve a un tano musculoso y rubicundo sentado fumando en un banco de plaza. Mientras cualquier otra conchuda se arreglaría el pelo, se comería un Halls y se acercaría como quien no quiere la cosa a ver si el tipo pica, la conchuda fóbica decide hacer las cosas a su modo: Con el gorro de zafari que tan mal le queda, un sandguche de proshiutto oloroso en una mano y una lata de coca cola en la otra sin sorbete, se sienta al lado del tano displicentemente y le pregunta en un cocoliche impresentable qué va a hacer esta noche. Además, le pide que apague el cigarrillo porque el humo le molesta. El tipo huye a sentarse en otro banco y la conchuda se ríe de la escena, ya que otro de sus rasgos es burlarse de su costumbre de vivir como en un filme del dogma, sin luces ni pompas que esteticen las imágenes, pero con giros de guión inesperados. “No estoy capacitada para tener hijos”; “Cuando yo acabé, me paré y me fui porque el tipo era un fiasco” y otras frases de dudoso calibre feminista son las que dispara en sus charlas, siempre elocuentes y animadas. El tipo de hombre que le gusta está siempre fuera de su alcance. Indefectiblemente. Porque, aunque nunca se atreva a reconocerlo, la vida de pareja es el motor de su fobia. Imaginarse la realidad del amor y su construcción la deprime. Se siente muy segura en su soledad, pero no lo reconoce. Ella prefiere pensar que genera fobia en los hombres vaya a saber por qué, a asumir que tiene pánico de enfrentarse a la vida con una pareja, novio o marido de carne y hueso, un tipo que tarde o temprano, con su torso peludo, su cabeza rala y su panza cervecera, le dirá: “Traeme el control remoto”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
muy poco original.
está lleno de perfiles de minas en la blogosfera.
Es cierto Willowcita, sos una divina!!!!!!!! Gracias por advertirlo. Y es muy original lo tuyo de criticar lo que hace el otro, nadie lo hace!!
Publicar un comentario