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domingo, 17 de enero de 2010

La cheff


A tono con el fervor gastronómico que domina Buenos Aires desde el amado y odiado 1 a 1 hasta hoy, la conchuda cheff fascina a todos sin que nadie advierta su serio trastorno obsesivo compulsivo. Se hunde, día a día, receta a receta, en una carrera por la perfección, mientras un coro de comensales pide a gritos "otro más, y no jodemos más", sin entender que no se usa llenar el plato, que es de fonda. Familiares, amigos, compañeros de trabajo y sorprendidos vecinos degustan sus menúes y celebran su compulsión gourmet. Poco a poco fue mutando en sus hábitos y preferencias habituales: encuentra terriblemente brillante y sagaz a Donato De Santis. O, por ejemplo, tiene sueños recurrentes en los que hace sushi desnuda junto a Iwao Komiyama, el robusto japonés de la señal cuyas figuras tiran oliva de primera presión al techo. Dejó de estar al tanto de los últimos lanzamientos cosméticos e ignora conceptos como "El azul oscuro es el nuevo negro" salvo que se hable de nuevos delantales de cocinero. Antes iba al shopping para aprovechar liquidaciones de jeans o vestidos, hoy sólo recorre el Buenos Aires Design y sale de él con un exprimidor de metal cromado nuevo. Dice que no va al cine ya hace un par de años, justo el lapso de tiempo en que no ha visto nada más que el Canal Gourmet. Mientras Coto, Casa Tía o el chino de la vuelta eran lo mismo para ella, hoy sólo Jumbo es un espacio digno de transitar. Lejos quedaron el msn o cualquier otro chat, en el presente su relación con Internet se basa en buscar moldes de silicona, vaporieras de bambú y otras excentricidades con las que todas sus amigas no sabríamos qué corno hacer. El propio marido ya olvidó que la anterior versión de nuestra amiga que es cheff pero antes era otra: aquella que le daba duro a las salchichas y los patys. La que, de bajón, era capaz de tragarse bajezas industriales y populares como 5 o 6 turrones Namour. O darse panzadas de papas MCain... No mucho después, sintió que debía hacer de la cocina un arte. Un arte que fue creciendo hasta absorberla por completo. Hasta dejarla seca tal como lo hace el nuevo rollo de cocina 3 D con la mesada. Sí, es un objeto que, en sueños, se le revela una y otra vez hasta que, de una vez por todas se decida a patentar. La conchuda cheff afirma enfervorizada que, se tratará de "el O.B de la cocina". Así de simple. Y, sí, bueno, son conchudeces de una mente cocida en su propio vapor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay tipas que se fanatizan y lo que está bueno es ser amigas para morfar sin parar.